El sábado por la noche hubo pequeños incidentes violentos en diversas ciudades españolas. Burgos, Madrid, Granada, Málaga, Logroño, Gasteiz... Y por segundo día también pasaron cositas en BCN. De signo opuesto a las del viernes y no tan graves. Por eso digo cositas. Y en Igualada apareció un brote que este lunes habrá que analizar detenidamente. Era cuestión de tiempo que eso acabara sucediendo. Mucha gente empieza pasarlo mal y hace días que nos dejan caer el globo sonda de un nuevo confinamiento total. Cada vez más porcentaje de la población empieza a no ver futuro y las ayudas no llegan ni llegarán. El desastre y la ruina para mucha gente.

El viernes en BCN la cosa empezó con una protesta de afectados por la crisis económica y los cierres obligatorios de ciertos tipos de negocios. Una vez acabó la mani normal, se hicieron con el control de la situación grupos de extrema derecha, mezclados con negacionistas diversos y grupos de jóvenes con problemas sociales que no tienen nada que ver con la COVID. Ni ellos ni sus problemas. Estos últimos saquearon dos tiendas, una de ropa deportiva y la otra de productos para hacer deporte. Y en esta fue donde tuvimos la ya famosa imagen de los chicos saliendo por la puerta previamente reventada con bicicletas y patinetes que no eran suyos y sin pasar por caja. Y consecuencia de ello, hemos visto el intento de venta más famoso de los últimos años, el que intentó hacer en una plataforma de segunda mano un tal "Hussain N" de una de las bicicletas robadas y utilizando como reclamo la frase "usada una vez".

Como que ya nos afeitamos (o nos depilamos), hemos aprendido que las cosas nunca suceden solas. Y hemos visto como detrás de los incidentes violentos de BCN del viernes y de los de ayer en las ciudades españolas citadas había miembros de la ultraderecha más radical. Y lo sabemos porque usaron las redes para convocar concentraciones, con la excusa de la crisis. Cuando empezaron los incidentes sucedieron dos cosas: 1/ Muchos de los tuits de estos personajes fueron borrados, y 2/ Enseguida, este movimiento coordinado empezó a lanzar mensajes del tipo "damos apoyo a autónomos y trabajadores que protestan, pero pedimos contundencia a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para que detengan a los izquierdistas y MENAS que provocan los incidentes". Pero a aquella hora ya había demasiadas pruebas contra ellos, sobre todo imágenes, y tuvieron que cerrar la barraca. También los delató mucho la utilización de expresiones como "Los manifestantes defienden el pan de sus familias" o "Son españoles de bien", que sólo pueden salir de la boca de un antiguo "procurador en Cortes" franquista o de uno de sus herederos ideológicos, con quien muchas veces también comparte un 99,99% del ADN.

Pero esta mañana han vuelto. Han aparecido unas imágenes de los incidentes en Gasteiz, donde se ve un grupo de jóvenes corriendo por una calle estrecha de la ciudad y, mientras golpean puertas de establecimientos y rompen cristales, uno de ellos grita "Gora la ETA". Ya está, ya podemos añadir a "la ETA" al batiburrillo. Por cierto, una manera esta de llamar al grupo terrorista con un adjetivo delante que nunca diría uno de sus simpatizantes. Aparte que cometió su último asesinato hace 10 años y medio, cuando la mayoría de los chiquillos que corrían tenían 6 o 7 años. Eso, junto con una hoguera y dos cristales rotos en la mani okupa de BCN y el nombre árabe del que vendía la bicicleta, les ha permitido una segunda ofensiva donde el argumento es que la violencia la generan la ultraizquierda, los etarras y los MENA. Y ellos, pobres, lo denuncian. Por nuestro bien.

Por lo tanto aquí nos encontramos con una mezcla que ya veremos por donde explota donde tenemos violencia, la ultraderecha, chicos jóvenes desarraigados que son un grave problema que nadie quiere afrontar, negacionistas a los que les falta un hervor y negacionistas antisistema, grupúsculos que creen que del caos obtendrán protagonismo y adeptos y una crisis que sólo puede generar oportunidades para el caos. Y la ultraderecha huele la oportunidad. Es de primero de Europa años 30. De momento no asume los actos violentos, pide perdón por justificarlos y culpa a sus antagónicos, que tampoco son mancos. Porque quemar la calle, de momento, todavía está mal visto. Pero ellos ya están posicionados. Y precisamente por eso no tenemos que minimizar sus movimientos. La administración nos pide demasiado y nos da demasiado poco. El segundo confinamiento puede ser una catástrofe y si empiezan a salir a la calle los que realmente lo pasan mal y no cuatro ultras y 12 ladrones de bicicletas, las protestas no se acabarán con cuatro cristales rotos y unos cuantos contenedores quemados. Y encima tenemos un virus.