Pep Florolos es indepe. Pero no un poquito indepe, no. Pep es muuuy indepe. Ha hecho de voluntario en todas las "Diades" de los últimos años y tiene tres juegos de todas las camisetas conmemorativas. Uno lo utiliza para hacer deporte, otro por si este se le estropea tener un recambio y el tercero lo tiene en el armario todavía con el celofán porque es "para guardar". Pep ha ido a todos los actos reivindicativos celebrados en su pueblo, a todos los de su comarca, a todos los de las comarcas vecinas y a la mayoría de los del resto de comarcas. Ha participado en todas las quedadas para llenar el planeta de lazos amarillos y ha asistido a todos los actos culturales, a pesar de que la poesía la aburre más que a Abascal asistir a un acto donde aparte de gente como él, también haya personas normales.

Pero Pep Florolos hace tiempo que está mustio. No, no ha perdido la fe, pero en sus ojos ya no se ve aquella ilusión anterior a noviembre del 2017. De hecho Pep ya fue a votar a las elecciones del 155 habiendo dicho la noche anterior, mientras cenaba en la mesa de la cocina sólo una tortillita de un huevo con una rebanada de pan de payés con tomate, porque no tenía mucha hambre (bien, sí, después se comió un yogur, una manzana, un poquito de queso, una neula, unas galletas, un poquito más de queso, dos mandarinas y un trocito de bizcocho con un poquito de chocolate, aunque aquel día Pep estaba desganado)... pues eso, que aquel día dijo: "Mañana iré a votar porque no debemos permitir que nos pisen más, pero será la última vez porque estoy muy harto de todos nosotros".

Han pasado poco más de tres años y Pep hace meses que le dice a todo el mundo que quiere oírle: "No iré a votar. No, no, esta vez sí que no. Ya os lo bien juro. Ni a los unos, ni a los otros, ni a los de más allá. Ya se lo harán. A mí ya me ha visto suficiente. Confié en todos ellos y ellos se pasan el día apuñalándose. ¡SE HA A-CA-BA-DO"!. Y mientras lo dice, su tono de voz es alto y golpea la mesa de formica con el puño. Pero, vaya por donde... Resulta que primero ha venido todo el espectáculo este de la fecha de las elecciones, con una nueva intervención del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), con voto particular y todo, que nos ha situado en la posibilidad de que la decisión sobre la fecha definitiva de los comicios se sepa cuatro días antes de acabar la campaña. Y aquí Pep ve una mano negra para favorecer al PSC: "Nos quieren hacer ir a votar ahora y como sea, aunque caigamos enfermos, para aprovechar que las encuestas les van bien". Después ha sido la inhabilitación del Conseller Bernat Solé para facilitar el referéndum del 1-O: "¡Por poner urnas! ¡Lo han echado por haber puesto las urnas! Y porque él es quien tiene que organizar ahora estas elecciones y lo quieren fuera para provocar el caos!".. Y al pobre Pep le han rematado la semana con la encuesta del CIS sobre intención de voto: "¡Qué vergüenza! ¡Qué escándalo! En la clase de los delfines de la escuela de delante de casa, manipularían una encuesta sin que se notara tanto".

Total, que hace un par de días que Pep está encendido como una falla. Ayer se le volvió a oír manifestar, con un enérgico tono de voz, cosas como: "Me la rebufa si me hacen ir el 14 de febrero, el 30 de marzo o el 30 de abril. A las 9 de la mañana o a las 11 de la noche. ¡Y me la suda si tengo que ir con una EPI o también con Blas! Esta vez de verdad si que os juro que es la última, porque no me verán nunca más, pero hay que ir. El sistema lo está haciendo todo para que perdamos y no lo podemos permitir. Ya pensaré a cuál de los tres acabo votando, y que conste que lo haré nada convencido, pero si esta vez no vamos nos trincharán como si fuéramos la farsa de unos canelones".

Por lo tanto, queda confirmado que el TSJC, el CIS y lo conocido con el nombre "de Efecto Illa", trabajan para movilizar el desmovilizado y desencantado votante indepe. Y, nuevamente, alcanzarán plenamente su objetivo.