Si el presidente Rajoy llama algún día a su puerta y le ofrece jugar a alguna cosa, ¡¡¡NO acepte!!! Ni al escondite. Ni al Monopoly. Ni al Call of Duty. ¡Ni a nada! Perderá seguro. Usted. Naturalmente. ¿Por qué? Porque empezarán a jugar con unas reglas y cada vez que él vea que sucede una cosa que no le interesa, las cambiará. A favor suyo. Tenemos las pruebas.

Cuando convocó elecciones, en aplicación de un artículo 155 de la Constitución que en el redactado no dice nada de lo que después han hecho en aplicación del artículo 155, él, los miembros de su gobierno y los empleados que tiene en su partido empezaron a decir: "Va Puigdemont, preséntate si tienes lo que hay que tener". Que, en palabras textuales del portavoz Méndez de Vigo fue un: "Puigdemont y todos los líderes políticos pueden participar en las elecciones porque están en su derecho. Sería bueno porque es una manera de que los catalanes juzguen y opinen sobre las políticas que ha llevado a cabo el señor Puigdemont en el último año". Y lo decía porque en aquel momento las encuestas le daban al PDeCAT a unos 15 diputados.

Total, que Carles Puigdemont se presentó a las elecciones con un partido que no era el PDeCAT. Y los catalanes (y las catalanas) hicieron caso al señor portavoz y juzgaron y opinaron sobre las políticas llevadas a cabo por el señor Puigdemont. Y resultó que el señor Puigdemont fue el único con posibilidades reales de poder formar gobierno porque era el único que podía sumar mayoría. Y entonces Rajoy, los miembros de su gobierno y los fieles empleados de su partido cambiaron las reglas del juego. A partir de aquel momento, el nuevo discurso fue el de "Hombre, Puigdemont no puede ser president porque está en Bruselas y no puede venir. Básicamente porque no lo dejamos venir nosotros. ¿Saben qué? Busquen a otro".

La cosa fue evolucionando con una serie de detalles sobre los cuales no me extenderé porque ahora mismo no tenemos tres días, hasta que se planteó el nombre de Jordi Sànchez. Fue cuando Rajoy, los miembros de su gobierno y los fieles empleados de su partido volvieron a cambiar las reglas del juego. Aquel "alguien más" tampoco podía ser Sánchez porque está en prisión. Y tanto da que exista el precedente de Yoldi, que estando encarcelado acusado de ser miembro de ETA pudo asistir al debate de investidura celebrado por el Parlamento vasco y donde su partido lo presentó como candidato. A partir de aquel momento el discurso fue: "Ni Puigdemont ni Sánchez pueden ser. Busquen a otro".

Y el siguiente nombre en circular fue el de Jordi Turull. Sólo aparecer, Rajoy, los miembros de su gobierno y los fieles empleados de su partido volvieron a cambiar las reglas del juego. El nuevo discurso fue: "No hombre, Turull tampoco que quizás dentro de un año está inhabilitado. Ni Puigdemont, ni Sánchez, ni Turull. Busquen a otro". Y en aquel momento empezó a circular el nombre de Elsa Artadi. Sólo saberse, la prensa amiga empezó a hacer correr uno de aquellos informes que harían la delicia de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, Walt Disney y Tarantino. Los 5 juntos. El informe, así como para resumir, decía que Artadi también es una sediciosa golpista rebelde yihadista. ¿O sea, nuevo cambio de reglas y ella tampoco? Pues a falta de confirmación definitiva, podría ser.

Por lo tanto, ahora que ya no estamos todos bloqueados por la nieve, prepárese. Quizás usted tiene que acabar yendo al pleno del Parlament y aceptando la presidencia de la Generalitat. Sí, claro, ahora usted me dirá: "Pero para ser president (o presidenta) hace falta ser diputado y yo no lo soy". Bien, pero las reglas cambian tan rápido que cualquier cosa es posible. Por lo tanto, y por si acaso, antes de que vuelvan a cambiar las reglas, usted vaya calentando por la banda...

Bueno, eso si este jueves por la mañana la cosa no se complica tanto que no hay ni pleno y Rajoy vuelve a convocar elecciones. Y esto último no es broma.