Carlos Iturgaiz, presidente del PP en el País Vasco, ha opinado sobre la nota de disculpa a las víctimas de ETA redactada por la izquierda independentista vasca y hecha pública por Arnaldo Otegi. Y, como era fácil de imaginar, no ha estado muy de acuerdo. De hecho ha dicho que "le da asco". Eso sucedía veinticuatro horas antes de que la señora Nuri Manzanares fuera a Can Basté (RAC1) y explicara que treinta y cuatro años después del atentado de Hipercor, donde asesinaton a sus dos hijos y a una hermana, aún no ha cobrado ni un solo euro del Estado. ¿Por qué? Porque ella no estaba allí y, por lo tanto, no la reconocen como víctima del terrorismo.

Y no es el dinero, claro que no, porque es imposible pagar que tus hijos y tu hermana vayan a comprar a un centro comercial y no vuelvan nunca más. No, la cuestión es que a ella y a su marido no les ha llamado nunca nadie. Gobiernos de todos los signos políticos han tenido treinta y cuatro años (TREINTA Y CUATRO) para que alguien se interesara por como estaban, para que les preguntaran si necesitaban algo, si les hacía falta un psicólogo, algún apoyo, alguna cosa, un detalle humano. O simplemente que alguien les diera un abrazo y llorara con ellos. Y nada. De nada.

El partido de Carlos Iturgaiz ha mandado muchos años. El partido de Carlos Iturgaiz ha creado fundaciones para personas que ha considerado víctimas y que tampoco estaban en el lugar donde sus familiares fueron asesinados y los ha regado con millonadas de euros. El partido del señor Iturgaiz ha usado a las víctimas para sacar un beneficio político. Y no ha hecho nada por la familia Manzanares. Y por ello, al contrario de lo que le sucede a él, a mí el señor Iturgaiz no me da ningún asco. Es que no me provoca ni eso. Una ameba despistada me genera más cosas que el señor Iturgaiz, quien pasará a la historia de la humanidad por haber sido suspendido un mes de sus funciones de diputado por votar en un pleno en el Parlamento vasco en nombre de Jaime Mayor Oreja, que no estaba presente en la Cámara. Después de treinta años (TREINTA) ocupando cargos políticos, este será su gran momento de gloria.

A la misma hora comparecía el exvicepresidente vasco y exministro socialista Ramón Jáuregui en Can Rosel (Catalunya Ràdio). Y, de entre otras cosas, hablaba de los GAL, el grupo terrorista montado por el Estado durante el gobierno de Felipe González para combatir a ETA. Y ha dicho que "al Estado no le corresponde la responsabilidad de pedir perdón por el GAL". Y preguntado por si este grupo que él ha nombrado "contraterrorista" podía compararse con ETA, ha soltado que "las violencias nunca se tienen que equiparar". Cuando lo he oído he tenido que pellizcarme todas mis partes blandas y no tan blandas para confirmar que lo que creía haber oído era lo que realmente este señor había dicho. Y sí.

Las declaraciones se comentan por sí solas y podría alargar-me hasta llenar la memoria de su ordenador, teléfono o tableta. Pero, ¿sabe lo peor de haber dicho estas barbaridades que justifican y blanquean el terrorismo de estado? Pues que las ha dicho y se ha quedado tan ancho. O sea, las encuentra normales y encuentra normal pensarlo. Ninguna duda ni ningún arrepentimiento. Y en su partido igual. Nadie ha salido a matizar, suavizar o desmentirlo. Nada. Hoy hemos oído como un altísimo cargo político de un gobierno de este mundo occidental que se vanagloria de ser ejemplo del modelo democrático de gobernanza ha dicho que el Estado que monta un grupo terrorista no tiene que pedir perdón de nada y que hay dos terrorismos, el de los otros que es el malo y el de los míos que no es comparable, ¡donde va a parar! Es tan delirante que seguro que al tal Iturgaiz, esto no le ha provocado ningún asco.