Glasgow, Escocia. El servicio británico de inmigración monta un operativo para deportar a dos personas que, parece ser, están en situación irregular. Las detiene y las introduce en una furgoneta policial. Cuando están a punto de marcharse del lugar aparecen varios vecinos e impiden la salida de la comitiva. Llega más gente y siete horas después la policía libera a las dos personas detenidas "para garantizar la seguridad, la salud pública y el bienestar de los involucrados en el arresto y la protesta". La consigna más gritada ha sido "Dejad a nuestros vecinos en paz". Un vídeo de Eileen ReidBoulter, columnista del Scottish Review, recoge el momento final:

Al día siguiente, esta ha sido la gran noticia en la prensa local de papel:

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Y ahora viene cuando servidor de usted le pregunta a usted: ¿hay que comparar la resolución de esta situación con la vivida, pongo por caso, ante la conselleria de Economía el 20 de septiembre del 2017? Una manifestación pacífica, de protesta, sí, pero pacífica, allí se ha acabado de una manera y aquí acabó con nueve años de prisión para las dos personas que encabezaban las dos organizaciones civiles que lideraron las diversas movilizaciones que se hicieron durante años en este país. Acusados de sedición. Por estar en una manifestación.

Viendo situaciones como la de Glasgow se evidencia la desvergüenza con la cual el Estado ha actuado en nuestro país de la mano de sus cuerpos de seguridad y de su justicia. Por si había alguien que todavía ahora tenía aquella santa buena fe de decir "no, no, aquello fue sedición en vena, el montaje policial y judicial basado en un guion previamente diseñado no existió nunca, los testigos no mintieron nada en el juicio y la sentencia está ajustada a ley", aquí queda patente, por comparación, la estrategia que tenía como objetivo decapitar la protesta a cualquier precio. Y así ha sido como hemos llegado a un punto donde hoy en Catalunya se ha reprimido tanto la disidencia que el solo hecho de manifestarse ya es delito. Que se lo pregunten, sino, a Tamara Carrasco. Por ejemplo. Pero claro, en un Estado donde banalizan la palabra libertad hasta utilizarla para reivindicar poder ir de cañas y no para poder manifestarse contra las injusticias y los abusos, pues adelante.

Ahora bien, tampoco debemos perder de vista un hecho que ha pasado totalmente desapercibido y que, querría equivocarme, pero me temo que aquí no sucedería. Allí la gente salió a la calle para proteger a unos vecinos suyos de origen "extranjero". Se manifestaron a favor de lo que en esta España y esta Catalunya absolutamente "voxizada" son "los inmigrantes que vienen a robarnos el pan y a violar a nuestras mujeres" (sic). Si ya no me imagino gente manifestándose en general, todavía la veo menos haciéndolo a favor de dos personas a quién las quieren deportar. Y, en todo caso, si hubiera alguna protesta, sería a favor de deportarlos. Y quizás y lanzándolos piedras. A ellos dos, no a la policía.

Porque al final, la diferencia con Escocia no sólo es que allí se hagan referéndums.