La gente de Al Rojo Vivo (La Sexta) me llamaron ayer para ir hoy al programa especial que hacían desde BCN. Y acepté. ¿Por qué? Porque es un programa donde dejan hablar, porque no hay trolls dedicados a destrozar cualquier intento de que aquello sea un debate de diferentes ideas y no una lucha en el estiércol y porque Cristina Pardo me merece un gran respeto profesional.

¿Me estoy justificando? No, explico los motivos por los cuales tomé una decisión de la cual me podría haber arrepentido, que no es el caso.

Total, que a las cuatro y cuarto, limpio y aseado y con mis mejores galas, me he presentado en la Fundación Tàpies de BCN. El edificio entero estaba tomado por la cadena. En el tercer piso, redacción, maquillaje, vestuario para los presentadores y catering. El plató, situado en el segundo piso, era un espacio pequeño, pero no se como han metido 7 cámaras, la mesa, los equipos, y un set adicional formado por una mesilla y dos sillas para hacer entrevistas.

Cuando he accedido al lugar entrevistaban al exministro Margallo por teléfono. De entre otras cosas ha dicho que no puede ser que los indepes tengan relato y el Estado no. Desde su óptica, tiene toda la razón. Pero la reflexión era un zasca a su gran enemiga, Soraya Sàenz de Santamaría, la mujer que lo echó del consejo de ministros y de la cual hablaré más adelante. No se vaya todavía.

Usted, desde casa, no lo ve, pero aquello es un vodevil. La gente entra y sale, sale y entra. Ahora llega no-se-quien y se va no-se-quien-otro. Y ahora tú te sientas aquí, y ahora tú te sientas allí. Y ahora te cambian el micro de lado porque ahora te sientas a la derecha, y ahora te lo vuelven a cambiar porque ahora te sientas a la izquierda. Y mientras estás charlando, a la presentadora le pasan órdenes por| la orejera, ella pregunta dudas sobre lo que le dicen y tú estás hablando solo. Una bonita manera de tener razón.

Enfrente, bajo las cámaras centrales, tres monitores. En uno, el programa que estábamos haciendo. Debajo, más pequeñín, el canal 24 horas de TVE y a la derecha el monitor más grande estaba sintonizado en TV3.

Total, que a las 16.45 he ocupado el lugar que ha dejado libre a Ferran Monegal (ah, alerta... iridiscent). Instantes después ha llegado el maestro Josep Cuní y a mí me han cambiado de sitio. He ido a parar a dos invitados de Jordi Casas, exhombre fuerte de Unió en Madrid.

Las pausas publicitarias son de 12 minutos y la mayoría de la gente baja en la calle a fumar. De repente han desaparecido invitados y han aparecido la diputada del PP en el Parlament Esperanza García y Juan Soto Ivars, un murciano que vive aquí desde hace un cierto tiempo y que escribe cosas interesantes en elconfidencial, no siempre siguiendo la línea editorial del medio. Pero cuando parecía que entraban al set, quien ha entrado a través de una conexión exterior ha sido la alcaldesa de Badalona, Dolors Sabater. Mientras, por allí ha aparecido otra alcaldesa, la de l'Hospitalet, Núria Marín. Y por allí al fondo, tambien ha aparecido Josep Ramoneda, que ha estado a punto de entrar también en plató, pero al final él se ha quedado fuera y han entrado García y Soto. En una pausa publicitaria, se ha generado una tertulia entre los no fumadores y una persona de las presentes ha explicado que su pareja no es nada indepe, que es próxima a los Comunes, que ayer dijo que no iría a votar y que hoy ha hecho cola para poder conseguirlo.

Mi humilde participación ha finalizado a las 18.50, en plena entrevista con Marín. Eso me ha permitido charlar con unos cuantos de los invitados que ya calentaban en la banda para entrar. De entre otros, Xavier Sardà, el politólogo Lluís Orriols, Pere Russinyol o Joan Herrera. Coincidencia total en el análisis: lo que ha hecho hoy el gobierno de Rajoy ha sido un error tan monumental como incomprensible. Y quien lo pagará no será él sino Soraya Saénz de Santamaría, a quien le quedan 5 minutos en el convento por su nefasta gestión que ha desembocado en la vergüenza i la indignidad de hoy. Quería ganar por 10 a 0 y pronto será un vago recuerdo.

Cuando he ido hacia la escalera para subir al piso superior, he visto a Javier Nart que aprovechaba la espera para leer un libro. Fíjese. No he visto cual era.

En medio rellano me he cruzado con Antonio García Ferreras, más conocido como "Ferreras", que bajaba a hacer su programa. Ha alabado mi camiseta donde había dibujado un piolín... pero me ha dicho que él es más del Demonio de Tasmania:

 

 

Y, desde entonces le doy vueltas a ver que ha querido decir exactamente.

Ah, por cierto, la tortilla de patatas era tan terrible como lo es habitualmente. La prueba es que normalmente es lo primero que vuela en los cáterings y hoy estaba enterita.