Más allá de la política, el caso Quim Torra y Twitter demuestra que nuestra biografía, nuestro pensamiento, las cosas por las que se nos valorará, lo que dirán de nosotros, nuestro epitafio "intelectual" es lo que aparezca en nuestra cuenta de Twitter. Un tuit, ocho o 23. Tuits todavía existentes o borrados por nosotros y previamente capturados por alguien. Esta será la materia prima a través de la que seremos juzgados.

Podemos haber dicho barbaridades o genialidades en un libro, en una conferencia, en una mesa redonda o en una entrevista en la radio o en la TV, pero nuestros hechos no serán estos, sino los que diga Twitter. O Facebook. O cualquier otra aplicación que esté al alcance de una sencilla búsqueda hecha desde el sofá de casa. Lo que la gente dirá de nosotros es lo que surja de repasar nuestra TL. Porque es tan sencillo que solo hace falta poner una palabra clave y ver qué sale.

¿Estoy disculpando a Quim Torra? No. ¿Le estoy dando la razón a Quim Torra? No. Y le diré más, pensaba que en la sesión de investidura del sábado, el candidato (y este lunes president del país) dedicaría una parte importante de su intervención a hablar de los famosos tuits. Sobre todo porque diga lo que diga, opine lo que opine, argumente lo que argumente, a partir de ahora siempre serán usados en su contra. Por lo tanto, no existiendo mejor defensa que un buen ataque, habría sido interesante asumirlos, explicarlos, argumentarlos y de manera desacomplejada pedir disculpas por los más desafortunados.

La parte digital de este caso me plantea unas cuantas preguntas: ¿Tu TL de Twitter es como eres realmente tú o en tu TL de Twitter puedes crearte un personaje digital políticamente correcto? Si has dicho un montón de barbaridades en tu cuenta de Twitter y las borras antes de que alguien las capture, y estos tuits desaparecen para siempre, resulta que públicamente ya no eres como aquellos tuits dicen de ti que eres. Por lo tanto, eres un impostor y no lo sabe nadie. ¿Cuál de los dos personajes eres realmente, el que tu cuenta dice de ti antes de haber borrado los tuits o el de después?

Y, ¿qué pasa con la gente que crea cuentas anónimas para dedicarse a hacer el trol? ¿Qué pasa con quien crea perfiles falsos desde los que dice barbaridades, amenaza o insulta? ¿Qué pasa con la gente que ha dicho burradas hace 10 o 15 años, antes de la democratización de la proteína digital? Como no están en Google, no existen. Y no existirán a no ser que alguien se tome la molestia de ir a buscarlo en algún lugar, si es que todavía existe ese lugar, lo introduzca en el sistema digital y lo difunda. Pero se habrán dicho. Pero a quien las ha dicho no le serán tenidas en cuenta porque no están localizables a un clic de distancia.

Y ahora que hablamos tanto de noticias falsas y Facebook anuncia que creará un centro para detectarlas y hacerlas desaparecer de la red, ¿qué pasará con las noticias negativas sobre la compañía? ¿Son información o fake news? ¿Existirán o habrá la tentación de hacerlas desaparecer? ¿Facebook eliminará las críticas que se le hagan? ¿Eliminará las posibles quejas de sus trabajadores? ¿Eliminará todo lo relacionado con la posible pérdida de valor de sus acciones? ¿Eliminará noticias relacionadas con problemas de seguridad o de venta de datos?

¿Puedo confiar en quien se otorga la potestad de decidir qué es verdad y qué no lo es?

Ante nosotros existen infinitos mundos que somos incapaces de ver por falta de tiempo. Y al final solo vemos los que nos son próximos o los que alguien nos señala. ¿Quiere eso decir que nuestra realidad es totalmente cierta?