Pasó en el pleno de la semana pasada. Aquel dedicado a recuperar una parte de la paga de los funcionarios de diciembre del 2012 y a la presentación y votación del informe sobre el cumplimiento del presupuesto de gastos del Parlament.

Un compañero de un medio de Madrid pasó andando por mi lado mirando fijamente el móvil. Ya nos habíamos cruzado y se giró para decirme: "¿Te lo puedes creer?". "¿El qué?", le dije yo. "Pues que la responsable del directo de la web me dice que le vaya pasando cositas cada dos o tres minutos para poder publicar. ¡Y qué quieres que le pase si aquí no está pasando nada! ¡Y lo peor es que no lo entiende!".

Efectivamente, con todo el respeto para la recuperación de la paga de diciembre del 2012 y para el cumplimiento del presupuesto de gasto del Parlament, pero no eran temas como para ir generando una noticia cada dos o tres minutos que mereciera ser publicada en un medio de comunicación de Madrid.

Pero es que últimamente en el Parlament de Catalunya sucede que hay una sobreexcitación informativa absolutamente injustificada. Sobre todo por parte de los que no están allí y se piensan que ahora mismo los plenos son lo que fueron en otros momentos recientes. Sí, claro que venimos de días que entre estas cuatro paredes se vieron cosas que los humanos todavía ahora no se creen. Desde septiembre a febrero pasados aquí vimos como atacaban naves incendiadas llegadas de más allá de Orión y diputados que brillaban en la oscuridad de la puerta de Tannhäuser. Sí, sí, todo eso pasó. Pero fíjese en que he escrito "momentos recientes" y "pasó", frases y conjugaciones que indican pasado. O sea, ahora, lo que sería pasar, no pasa nada. Ojo, "nada" quiero decir que no pasa nada como para que un medio catalán pueda publicar noticias cada tres minutos. Y no le digo uno de Madrid.

Porque en este momento aquí hay más periodistas que noticias. Hoy también. Pero en una proporción desfavorable a la información tan bestia que el ser humano no ha sido capaz todavía de encontrar un número para poder representarla. Esta mañana mismo había 48 periodistas (sí, sí, 48) haciendo guardia en la puerta de la sala donde estaba reunida la Junta de Portavoces. 48 periodistas esperando una noticia que, finalmente, ha sido que se retiraba del orden del día de mañana "el debate y votación de la propuesta de resolución de creación de la comisión de investigación sobre espionaje a periodistas y políticos por parte del Govern de la Generalitat".

A ver, no estoy diciendo que esta cuestión no sea importante (y aprovecho para decir que estoy a favor de todas las comisiones de investigación que hagan falta y, mientras no me demuestren lo contrario, de esta también). Pero, ¿no encuentra excesivo que haya 48 periodistas plantados en el Saló dels Canelobres y algunas decenas más estén repartidos por la sala de prensa, las cabinas de radio y TV y el resto de pasillos y salas para acabar dando esta noticia como la gran noticia de la mañana?

¿Es posible que en el Parlament vayan pasando cositas, pero las normales del día a día y no las grandes noticias que esperan algunos que pasen y que no siempre pasan? ¿Podría llegar a suceder que algún día, ya no sólo en el Parlament sino en general, nos diéramos cuenta de que las noticias no son palomitas que vamos consumiendo mientras observamos cómo la vida pasa por delante de nosotros?