Ya tenían razón, ya, los que decían que una vez acabado en el 2020 todo sería maravilloso. Porque, claro el virus, la naturaleza, vaya, lo que vendría a ser la vida, funciona con los calendarios que los humanos nos hemos inventado. Y como en las campanadas del 2020, ahora hace un año y tres días, todos comimos las uvas de la suerte y llevando ropa interior roja, que todavía nos provee de más suerte, el año fue fantástico. Como ya lo es este.

Total, que el 2021 ha empezado poniendo de moda un montón de cosas: 1/ la palabra "rave" entendida como fiesta con ruido, polvo y muertos vivientes, 2/ la discusión sobre si tenemos que pronunciarla "reif" o rave, como la hortaliza, 3/ Llinars, 4/ el peinado impoluto y el color negro no menos perfecto del pelo de una señora después de 40 horas de fiesta en un estercolero y que ha aparecido en todos los vídeos, y 5/ los pechos de la citada señora. Como ve, un festival de novedades. Pero, no se vaya que ahora vienen las novedades de verdad, las político-institucio-gubernamentales.

Antes de acabar el maldito 2020 (caray, qué diferencia en relación al 2021 también en eso, ¿verdad?) tuvimos una sobredosis de propaganda de pobres señoras (sobre todo señoras) vacunadas por tierra, mar y aire. Su imagen fue portada incluso en el catálogo del supermercado de la esquina, donde pagas dos estropajos y te llevas tres. Nos avisaban de que venía una avalancha de vacunas caídas del cielo que sería mejor salir a la calle con casco para evitar quebraderos de cabeza. Y nunca mejor dicho. Básicamente por el impacto de tanta vacuna en nuestros desvalidos cráneos.

¿Y siete días después, qué tenemos? ¿Que, qué tenemos? Pues que la jornada de los inocentes vacunaron a una persona, cosa que tiene mucho mérito porque aunque fuera sin querer, podrían haber vacunado a dos. Pero no, prefirieron dejar esta espectacular cifra para el día 1:

Datos covid​Mirándose los datos, ya hay quien ha hecho cálculos. Si se han recibido 60 mil vacunas y sólo han administrado el 13% (en Madrid un 6), antes veremos un Camp Nou lleno a tope con el público gritando enfervorizado los nombres de Coutinho, Démbélé y Griezmann que las catalanas (y los catalanes) vacunados de COVID. La rápida reacción del Gobierno ha sido decir "es que el perro se nos comió los deberes", también conocido como "elesque". Es que las neveras de las vacunas se quedaron en el túnel de Calais, es que en las residencias hace falta un consentimiento de las familias, es que en fin de semana no vacunamos y ahora sí que lo haremos, o es que los equipos de vacunación estaban de vacaciones. Cosas que, como todo el mundo que tenga ojos en la cara puede ver, menos la de los camiones, se podrían haber previsto todas.

Pero volvamos a la famosa rave. Ha sido memorable el espectáculo de los dos partidos de Gobierno sacudiéndose las culpas propias y escupiéndolas al otro. Interior de Junts y Salud de Esquerra nos han regalado una nueva sesión de desprestigio de la institución. Y van... Creo que no es muy difícil entender que a la gente le chupa un pie y la mayoría del otro las disputas internas y las estrategias electorales. Sobre todo y justamente ahora, cuando está pasando lo que está pasando.

Sufrimos una pandemia que no se había nunca en la historia de una humanidad contemporánea más global que nunca. La gente está renunciando a hacer su vida, a no poder enterrar a sus muertos, a no poder celebrar las fiestas con su familia y a no poder abrazar padres, hijos y nietos. Hay 300 mil personas que todavía no han cobrado nada de su ERTE y centenares de miles no saben si a partir del día 7 volverán a confinarnos y ellos irán al paro, perderán el trabajo o tendrán que cerrar su negocio definitivamente. Los comedores sociales cada vez están más llenos y las colas para recoger alimentos cada día son más largas con más personas de aquellas que las definen "como usted y como yo". Y, con este panorama la discusión es "yo no dije nada porque era cosa tuya y te pregunté y tú no me dijiste, pero cuando me lo dijiste yo entendí que...".

¡Es la institución, amigos míos! ¿Sois conscientes del daño que le estáis haciendo? Estáis convencidos de que al final la gente os acabará votando. Con la nariz tapada y con la papeleta pasada por lejía. ¿Pero, y si no? ¿Y si os estáis apuñalando en exceso? ¿Y si al final acabáis saliendo todos (y todas) en globo? Y si eso sucede, ¿de qué os habrán servido los cálculos electorales y la estrategia del disparate y del desgaste total? ¿Y dónde habrá quedado la imagen de la Generalitat? Bien, para ser más exactos: ¿sois conscientes donde habréis dejado la imagen de la Institución?

Pero puede suceder otra cosa todavía más entretenida y es que el electorado decida que los dos partidos de Gobierno, esos que se odian tanto, tengan que volver a pactar. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Pero eso es tema para otro día, que el año aún puede empeorar.