Esto no se detiene. Parece que hace una eternidad que se fue (o fue dimitido, o como le quieran llamar) el exconseller Baiget y esta mañana se han ido tres consellers más. Y de propina un secretario de Govern. Y por la tarde ya teníamos sustitutos y sustituta. La vida continúa.

Total, que cinco minutos antes de las 5 de la tarde, hora prevista para el inicio del acto de toma de posesión, en la zona de gráficos y cámaras dispuesta en el salón Sant Jordi había más cámaras y gráficos (pero muchos más) que espacio. Al final, la siempre eficiente (y más comprensible de lo que algunos se piensan) gente de prensa de Palau ha habilitado más espacio por delante de la línea prohibida, que es aquella que no se puede cruzar.

A la hora en punto han entrado todos los consellers y conselleres con el president Puigdemont y la presidenta del Parlament, Carme Forcadell. Los que se iban, se han situado a la izquierda. Los que tenían que tomar posesión, en medio. Y los veteranos, incluido el nuevo conseller Puig, que en una semana ya las ha visto de todos colores, a la derecha. Detrás en el lado izquierdo, Artur Mas y tres miembros de la Mesa del Parlament: Lluís Coromines y Anna Simó de Junts pel Sí y David Pérez del PSC. Detrás suyo algunos cargos del Govern. Y en el otro lado, familiares de los consellers cesantes y de los nuevos. Todo el mundo de pie.

El nuevo secretario de Govern, Víctor Cullell, ha ido leyendo los decretos de cese y de nombramiento. Neus Munté, como ha reconocido posteriormente, estaba visiblemente emocionada. Las fórmulas de promesa de los nuevos consellers al requerimiento del president han sido un "Sí, os lo prometo" de Jordi Turull (Presidència y portavoz del Govern), un "Sí, lo prometo, president" de Clara Ponsatí (Ensenyament) y un "Sí, prometo" de Joaquim Forn (Interior)

A las 17.11 el president ha tomado la palabra para hablar muy bien de los que se iban (que a pesar cesar, no han sido cesados, según ha explicado en público y en privado Carles Puigdemont, sino que se han marchado). Y, en aquel momento he recordado que también la jefa de la oposición, Inés Arrimadas, ha hablado muy bien de ellos y de ellas. Y no he podido evitar pensar que lo mejor que te puede pasar para mejorar tu ego es dejar de ser conseller. Las alabanzas eran escuchadas por un gobierno con tres consellers sin corbata: Junqueras, Comín y Puig. Cuando el president ha destacado mucho (pero mucho) la paciencia de Meritxell Ruiz (exensenyament) y Neus Munté (expresidència y exportavoz), esta última se ha vuelto a emocionar.

A las 17.22 ha acabado el acto oficial y el nuevo Govern ha ido hacia la Galería Gótica a hacerse la foto oficial. Eran las 17.29 cuando todo el mundo estaba a punto y el president iba diciendo que faltaban dos, haciendo el número con los dedos de la mano derecha. Enseguida ha llegado Ponsatí, pero Borràs no aparecía. Los periodistas han empezado a hacer bromas del estilo "debe estar comprando las urnas". Finalmente ha aparecido, pero mientras esperábamos, el veterano multiconseller Vila daba golpecitos en la espalda al nuevo conseller Forn.

Mientras las cámaras disparaban sin parar, un fotógrafo iba silbando Over the rainbow. Ha conseguido engancharla a más de uno (y de una) de los presentes.

Acabada la foto, charlas distendidas de todo el mundo con todo el mundo. Choco con Artur Mas y le comento que está muy (pero que muy) moreno y que hace muy buena cara. "Claro, yo no estoy en todo eso...". Cuando le pregunto si él ha estado en el cosido de la crisis, sonríe. Eso me hace sospechar que ha participado y no precisamente en la sombra. Por aquello del moreno, no sé si me capta...

A las 17.43 hemos sido convocados al traspaso de poderes Munté-Turull. Lo han hecho en el despacho oficial situado en uno de los laterales del salón Sant Jordi. Ante los fotógrafos, la exconsellera le ha regalado al nuevo conseller un ejemplar de la Declaración de los Derechos Humanos. Y después se la ha vuelto a regalar porque han venido los cámaras.

Turull ha dicho que no nos pedirá los cien días de cortesía porque no llegaremos, ya que el 1 de octubre es antes. Lo ha dicho tres veces. Para los fotógrafos, para los cámaras y en las declaraciones que ha hecho a la prensa y que no estaban previstas. Munté, por su parte, ha destacado que son muy amigos y, recordando su época como diputada, ha dicho que ha sido lo mejor jefe que ha tenido.

Mientras pasaba todo eso, me he dedicado a mirar que hay en la mesa de una consellera el día que se va:

Una vez fuera, me he encontrado a Xavier Trias, que estaba contento porque un estrecho colaborador suyo ahora es conseller (Forn era su mano derecha en el Ayuntamiento de BCN). Pero, con aquella ironía que gasta últimamente, ha añadido "lástima que ahora tengo un problema porque me quedo sin él".

En las 18.03, el president Puigdemont ha salido de su despacho. Corbata aflojada, botón superior de la camisa desabrochado, maleta de trabajo y una bolsa oscura, como de tienda de ropa. Se ha detenido a charlar con el conseller Comín, que estaba allí mismo. Han hablado bastante rato. Relajadamente y riendo mucho. Cuando han acabado, se ha dirigido en dirección a Quico Sallés (periodista de La Vanguardia Digital) y un servidor para comentar la jugada. De lo que se puede explicar, creo, destaca que nos ha comunicado que no hacía falta que este noche hiciéramos guardia en Palau porque ya no pasará nada en el gobierno hasta el 1 de octubre y que ha mostrado su enfado porque ve en la prensa noticias inventadas sobre pretendidas reuniones suyas que no han existido nunca. Cuando le he preguntado si la crónica podría titularse "desactivada la Operación Patrimonio" en referencia a que ahora el gobierno español ya no puede ir contra el patrimonio de ningún conseller o consellera, básicamente porque no tienen, el president ha sonreído y se ha marchado escaleras abajo en dirección a Girona, donde por la noche tiene un acto.

Y así se ha acabado en Palau un nuevo día de aquellos que cuando te levantas, nunca sabes ni cómo, ni dónde, ni con qué, ni con quién acabará.