Imagínese lo que para usted es lo mejor, de lo mejor, de lo mejor. Ojo, pero lo mejor de lo mejor de verdad. No una cosita que está muy bien. No, no, LO MEJOR. ¿Ya? Pues ahora este mejor, de lo mejor, de lo mejor, lo multiplica por infinitas veces infinito y lo eleva a infinitas potencias infinitas veces.

Pues bien, el resultado que obtenga de este mejor que usted se piensa que es total, será una mierda pinchada con un palo al lado de los Presupuestos Generales del Estado preparados por Pedro Sánchez con dedicación, amor y pulcritud quirúrgica.

Ya lo dice la frase castellana: "De la mar el mero y los presupuestos de Sánchez, menudo esmero".

Los presupuestos más sensacionales que nunca ha habido tienen que ser aprobados a toda costa porque son la salvación del planeta mundial. Porque los presupuestos de Sánchez son más importantes para el futuro de la humanidad que lo han sido el big bang y las big band.

Piense que estos presupuestos son todavía mejores que conseguir que la suegra entienda que no, que el día de Sant Esteve no quieres cinco canelones. Superan la alegría de encontrar aquel calcetín desaparejado desde 1996, de adivinar en qué contenedor se tiran las cápsulas de café, de poder asistir a una macroorgía de dos días, de conocer la suspensión de la obra navideña que había preparado la clase de los delfines o que llueva el día que has cogido paraguas y no el día que no lo has cogido. Estos presupuestos superan el gozo de comprobar que tu cola del peaje es la más rápida, de meterle una manita al Madrid y que el quinto lo marque Arturo Vidal, que se rompa en mil añicos el cisne de cerámica que te regaló la tía Rosita, de zamparte una paella delante del mar mientras te toca el sol del invierno o que el día que te pones una chaqueta olvidada, en el bolsillo aparezcan 5€. Estos presupuestos son más que todo eso. ¡Estos presupuestos son la hostia!

Y si los partidos catalanes no los aprueban, lo que harán es oponerse a las necesidades de todos los ciudadanos, que se beneficiarán de ellos desaforadamente. Y, sí, ahora usted me dirá: "Oiga, si son tan buenos, tan sensacionales, tan opíparos y tan encantadores que salvarán tantas vidas humanas, ¿por qué estos presupuestos no los aprueban quienes han tomado la bandera y la Constitución y se los han quedado en propiedad? Si todos ellos son tan españoles y aman tanto a la patria, ¿por qué no aprueban ellos esta maravilla que es como una multiplicación de los panes y los peces pero con los panes de espelta rústicos y los peces convertidos en lubinas a la brasa con verduritas de temporada.

¿Por qué no les reclaman a ellos este bonito gesto? ¿Por qué lo piden precisamente a los catalanes, que son golpistas, traidores, violentos y rebeldes? ¿No sería muy bonita una hermandad total hispana de sociedad unida, ya que la sociedad que está rota es la catalana?

¡Pues va, ánimo, adelante! Que los salvadores de la patria aprueben no los presupuestos, no, sino lo siguiente.