La España "progre" dimitió de Catalunya. Los llamados "artistas e intelectuales" de izquierdas no estaban obligados a implicarse, por supuesto. Ni a favor ni en contra. Pero desistir como han desistido del tema los sitúa fuera del tablero solidario para siempre. A ellos y a ellas. Sobre todo cuando la cosa pasó de ser una discusión sobre si los catalanes teníamos derecho (o no) a poder votar para irse (o no) de España a ser una cuestión de derechos, de vulneración de la ley y de indefensión ante la maquinaria represiva, autoritaria y arbitraria de un Estado.

Cuando tú te has autoproclamado defensor de las causas más mundialmente diversas, chirría un poquito que te inhibas de lo que sucede en la puerta de tu casa. Y chirría tanto que, para no quedar retratados, la progresía española ha desaparecido de todas las causas. De la catalana y de todas las otras. Es que ahora resulta que no tienen nada que decir ni de Trump, que sería el "malo" perfecto para hacer aquel tradicional antiamericanismo que usa la palabra "yanqui". Ni tienen nada que decir del auge de la extrema derecha en los países occidentales. Y se quedan mudos incluso ante la catástrofe humanitaria del Mediterráneo.

A los progres españoles se les ha comido la lengua una mandada de pirañas. Y una familia de cocodrilos hambrientos se les ha zampado la manita. Y por eso ya no firman manifiestos ni para pedir un semáforo.

Y ahora que tenían una nueva oportunidad de decir alguna cosa, insisto, a favor o en contra, tampoco han dicho nada. Ahora que podrían haber aprovechado para añadirse al manifiesto de varios juristas (catalanes y españoles) pidiendo la libertad de los presos políticos o para contrarrestarlo con un antimanifiesto diciendo que no, que los presos políticos tienen que ser juzgados incluso por haber matado a la perrita Laika y a Chanquete. Y que pasen treinta años en la prisión. Pues nada.

Y si ahora usted me pregunta mi opinión sobre cuál de las dos posturas mantienen en privado, le responder que ni idea. Y que me guardaré bastante de suponer lo qué piensa alguien. Ahora bien, aquí sólo hay dos posibilidades:

1/ O bien piensan que los presos políticos tienen que ser condenados por rebelión y sedición y por lo que haga falta, pero no dicen nada por miedo a perder el favor de una parte del público catalán.

2/ O bien piensan que los presos políticos tienen que salir libres mañana mismo, pero no dicen nada por miedo a perder el favor de una gran parte del público español y, sobre todo, de los medios de comunicación que van por el mundo con unos calzoncillos cinco tallas pequeños y llenos de ortigas. Sobre todo los medios de papel y los programas televisivos matinales.

Sea cuál sea la buena, estas dos posibilidades desnudan una realidad: es muy fácil solidarizarte con las causas que no te pueden perjudicar el bolsillo y es muy difícil mojarte cuando hacerlo puede tener consecuencias negativas. Incluso si eres un artista-intelectual y tienes la vida solucionada.