La cuenta oficial del PP publicó el viernes este tuit:

El texto forma parte del ya clásico y tradicional relato titulado: "Mientras los golpistas terroristas y los venezolanos que huelen mal rompen España, Pedro Sánchez se regocija comiendo niños crudos". Más simple, imposible. Se trata de señalar a los enemigos, y a partir de aquí "¡A por ellos. "!.

Pero detengámonos en el vídeo. ¡Es sencillamente SEN-SA-CI-O-NAL! Es el tratamiento de la imagen, la música, los mensajes apocalípticos, el tipo de letra con la que acompañan estos mensajes, todo. Por cierto, que las letras son amarillas... Mmm, a ver si quien les ha hecho el vídeo les ha colado un gol...

Y, ¿qué dicen las letras amarillas? Destaco tres mensajes:

1/ "Ruptura entre poder político y judicial". ¡Ja, ja, ja! Que el PP diga eso me provoca más hilaridad junta que 10 capítulos de "Pepa y Avelino", 3 cassettes de gasolinera con chistes "de gangosos y mariquitas" del gran Arevalo y una actuación de José Luís Moreno en la gala "Murcia, qué hermosa eres".

2/ Considero genial la aparición por allí en medio de las palabras "crisis" y "paro", teniendo en cuenta que el PP ha gobernado España entre el 21 de diciembre del 2011 y el 2 de junio del 2018. Bien, a no ser que la crisis y el paro que hay en España haya empezado justamente el 2 de junio.

3/ #presupuestosentrerejas podría ser perfectamente la etiqueta del espacio de sucesos de Ana Rosa o de uno de aquellos de Antena 3 con pretendida cámara oculta.

Y lo más brutal de todo, este audio que se oye en los segundos 4 y 12 y que es una especie de mezcla entre  perro rabioso, ser mitológico, psicofonía de programa de misterios y el demonio en persona.

Y ahora vamos a la reflexión sobre el mensaje que se pretende enviar y donde no hay ninguna propuesta, ninguna idea, ninguna iniciativa constructiva. Todo es cataclismo, horror, terror y "vamos a morir todos entre terribles dolores". Los malos muy malos, que son todos los otros, trabajan sin descanso para destruir la fantástica obra de los buenos, que somos nosotros. ¿Qué obra? Es igual, porque es buenísima y ahora peligra. ¡¡¡Defendámosla!!!

El vídeo es el ejemplo perfecto de la política convertida en palomitas elaboradas para comer sin hambre mientras nos entretenemos. Somos consumidores pasivos de mensajes que no nos proponen nada sino que buscan que nos quedemos sentados pensado: que mal va todo, que malos son los que no piensan como yo y que suerte que los míos me lo solucionarán.

Y no importa el más mínimo que a ojos de alguien imparcial, el vídeo provoque vergüenza ajena. Porque los imparciales no interesan. Porque los imparciales podrían ser críticos. Y a los críticos no les da miedo un vídeo pensado para asustar a los niños.