Votar es muy bonito. Votar está muy bien. Votar es muy sano para fortalecer a la sociedad. Y votar, por encima de todo, es un derecho democrático. Siempre. O debería serlo, porque un no tan lejano 1 de octubre del 2017 oímos y leímos reputados representantes públicos e ilustres periodistas excretando y escribiendo que votar no siempre es democrático. Y después ha venido todo el que ha venido. Normal.

El caso es que el Estado ha enviado a Catalunya unos 2.800 policías y guardias civiles para poner orden en esta comunidad del nordeste español donde cada día las calles se llenan de miles de muertos causados por los disturbios terroristas que asolan pueblos y ciudades. ¿Sabe las escenas finales de Joker? Pues es aquello pero en violento y sedicioso.

Pero resulta que estos policías tuvieron que venir a toda prisa y no pensaron que quizás el día de las elecciones estarían aquí. Total, que no hicieron los trámites para votar por correo y cuando se dieron cuenta de ello ya era tarde. Y ahora no pueden votar. ¿Solución? El sindicato JUPOL, mayoritario en el CNP, presentó un recurso antre el Tribunal Supremo. Y la sala tercera de lo Contencioso-Administrativo ha acordado "una medida cautelarísima" donde ordena a la Junta Electoral Central (JEC) "que tome las medidas necesarias para que los agentes puedan votar". Fantástico.

¿Cómo lo resolverán? ¿Cuáles serán estas medidas necesarias? Pues eso es lo que menos me importa porque lo que me importa es que lo resolverán. Dicho de otra manera, aquí lo significativo de la cosa es que cuando hay voluntad las cosas se resuelven. Y cuando eso sucede no puedes evitar las comparaciones con otras situaciones calcadas a esta donde las cosas no se resuelven. Nada. Ni nunca. Y si en estos otros casos no se resuelven quiere decir que hay falta de voluntad. Y cuando eso sucede estamos ante una discriminación. Flagrante.

Sí, porque si un ciudadano A tiene un problema exactamente igual en el de un ciudadano B y el Estado implementa las medidas necesarias para solucionar la situación del ciudadano A y no hace nada con la del B, es evidente que los derechos de este son vulnerados de una manera que incluso podemos calificar de chapucera. Y, sí, hablo de los problemas ya endémicos que sufren los ciudadanos catalanes y españoles que viven o circunstancialmente están en el extranjero, que quieren votar y que no pueden hacerlo. Cada vez que hay unas elecciones, conocemos centenares de quejas de personas que no pueden ejercer su derecho a sufragio porque cuando no es por una cosa es por otra.

Me alegro mucho de que los señores policías puedan votar. Por descontado. Felicidades a los premiados. Pero no me alegra nada que a ellos les solucionen el problema y al resto de ciudadanos no. Todos somos iguales ante la ley, sí claro, pero los unos lo son más que los otros. Y esos otros siempre son los mismos.