El veraneo barcelonés en el Empordà son, básicamente, dos cosas: 1/ centenares de señores y señoras que se ganan bien la vida ejerciendo profesiones liberales yendo a festivales de música dónde puede actuar desde Julio Iglesias al Club Super3, pasando por un coro de cámara ganador de un prestigioso premio en el festival de Katmandú y 2/ los mismos señores y señoras que se ganan bien la vida ejerciendo profesiones liberales organizando comidas y cenas "muy desenfadadas" donde ellos llevan sombrero de paja y camisas con estampados atrevidos y ellas pantalones blancos.

Y la cosa 2 es la actividad que provoca más nervios y dolores de barriga porque si no eres invitado a ninguno de estos "eventos" (como le llaman ahora a los acontecimientos), efectivamente, no eres nadie. Y no hay nada más triste que gastarte un millón de euros en una masía en el Empordà creyendo que cenarás con famosos y acabar comiéndote un frankfurt en el paseo marítimo de Platja d'Aro.

Desde mediados de los años 70 hasta 1998, la fiesta gastronómica donde tenías que ser invitado si eras alguien fue el mítico Suquet de Pere Portabella en Llofriu. Pero la muerte de quien cocinaba aquel suquet, Pitu, el cerrajero de Llofriu, acabó con la tradición, a pesar de un intento de recuperación 10 años después. Eso fue hasta este martes.

Sí, porque este martes 9 de agosto del 2016 pasará a la historia como el día en que, gracias a Twitter, hemos sabido que del Suquet d'en Pitu hemos pasado en la "Paella del Let it be".

Bien, una paella que no es exactamente una paella, porque como ya he explicado sobre este encuentro que hacemos en la casa que tengo en Cadaqués, sí que hacemos una paella, pero el grueso de la manduca se nutre de lo que aporta todo el mundo. Ya sabe, como las comunidades de propietarios de los bloques de apartamentos de Segur de Calafell. Los del 23-C izquierda, que son el matrimonio, la abuerla, una tía sorda y 5 niños, llevan una tortillita de patata; la familia del 8D del bloque 4ª, una cazuela de bofe y otra de sesos de cordero con lengua de ternera (que quedan enteritas en su sitio) y el matrimonio del 345-X derecho llevan una bandeja con 10 kilos de jamón del bueno que es literalmente arrasado por la tía sorda del 23-C izquierda.

Sobre la afinación de algunas voces cantoras... bien, mejor dejarlo estar...

El mundo ha cambiado y del Suquet de Portabella hablaba la prensa porque iba. Ahora los medios han de mirar mi cuenta de Twitter y escribir las piezas basándose en los tuits que publiqué...

 

 

Y es que, nada es más divertido, que, con este calor, ofrecer a los tuiteros una versión moderna del "¿Quien es quién?". Pones un par de fotos de famosos y la gente se muere por adivinar quiénes son todos los que salen. "Mira, este es el tal... ", "sí, y esta la cual...". Y es así como de repente tienes el comisario jefe de los Mossos (Josep Lluís Trapero) al lado de una actriz de Los Serrano (Natàlia Sánchez).

Pero una cosa tan inocente, el unionismo recalentado la ha convertido en una especie de conspiración indepe para preservar el 3%. Ellos!!! ELLOS (y espere que ahora subo el volumen de mi voz, como es habitual) QUE REÚNEN AL MINISTRO DEL INTERIOR CON EL JEFE DE LA OFICINA ANTIFRAUDE!!! VAAA, HOMBREEE, VAAA!!!

Ahora bien, debido a la avalancha de críticas, creo que este ha sido el primero y último año que mostramos en público el encuentro del Let it be. Ya lo he dicho en RAC1, "mostrar a un presidente, con guitarra, canciones y amigos, ofrece una extraordinaria imagen de país", pero ahora añado que si eso tiene que pisar tantos callos, sobre todo entre el unionismo que me odia y odia al presidente, el próximo año volveremos a la clandestinidad. No nos importa. Y si el Constitucional nos prohíbe el encuentro y nos detiene a todos, cantaremos en la prisión. Y si el resto de reclusos se quejan, sólo les puedo decir que si no hubieran delinquido, no estarían allí. O sea que...

Ya me imagino el próximo agosto a un montón de paparazzis unionistas subidos a los árboles intentando averiguar qué canción destrozaremos. Bueno, y a los dos Beatles que quedan vivos rezando para que no sea ninguna de las suyas... Será bonito. Verlo, quiero decir. Escucharlo es otro tema. Y un triunfo más de la libertad de expresión. Sobre todo de la musical.

Y ahora, si me permite lo tengo que dejar que los de ayer hoy tenemos una paella con la Escolanía de Montserrat. A ver si pillamos la nota... Al menos una.