Acabaremos todos bizcos. Cosas de tener que estar pendientes permanentemente de lo que pasa delante de nuestros ojos, pero también en los laterales. Y pasan tantas cosas que tienes que tener un ojo trabajando autónomamente del otro para poder observarlo todo. Es un esfuerzo que nos convertirá en un país lleno de personas como Martin Feldman

Martin

Pensaba en ello cuando veía la cordial y amable rueda de prensa protagonizada hoy por Pedro Sánchez... ¡en el Palau de la Generalitat! ¡¡¡Doce años después!!! O sea, en cuatro días hemos pasado de no querer coger el teléfono y de sacar una escopeta de dos metros saliendo del hospital de Sant Pau de BCN a un encuentro que se podría haber representado con los dos participantes corriendo por una playa a cámara lenta y abrazados por Mimosín. En persona. Y nuestros ojos, pobrecitos, saliendo del eje para poder seguirlo todo y tan rápido.

Oiga, es que eso que nos ha vendido hoy el Presidente sonaba realmente muy bien. Y convincente. Y pleno de sensatez y sentido común. Lo acababas de ver y oír y pensabas: "Caray tú, ahora si que ya lo tenemos resuelto. Ojo, y fácil, fácil". ¿Problema? Estamos ante el efecto Orfeón Burgalés. Consiste en que viene nuestra pareja y nos propone un viaje fantástico que nos ha preparado, con paisajes preciosos, lugares interesantes y restaurantes magníficos. Y tú piensas que todo será fantástico y maravilloso, sí, pero entonces recuerdas que el último viaje te lo vendieron igual de bonito, saliste un momento a comprar 150 gramos de longaniza y cuando volviste al hotel te la encontraste en la cama (a la pareja) con todo el Orfeón Burgalés al completo. Incluido el director. Y no interpretando a Händel i Mendelssohn, precisamente.

Pues con Sánchez nos sucede igual. El viaje tiene pinta de ser fantástico y estimulante. Pero ahora mismo es cuando hemos salido del hotel a comprar longaniza y estamos convencidos de que al volver habrá sorpresa. Y si no hoy, mañana.

Pero hay un par de detalles más, no menores, que nos hacen sospechar que la vida futura no será tan de color de rosa como nos la han pintado.

1/ Madrit (concepto) sabe que no tiene que negociar nada. Y sabe que nosotros lo sabemos. Porque lo hemos visto. Con los ojos Feldman. Pudiendo fulminarnos con prisión a discreción, 155, Supremo, Audiencia Nacional, Tribunal Constitucional, Fiscafina, Tribunal de Cuentas y Junta Electoral, ¿por qué tendrían que negociar nada más que una adicional tercera 2.0, el famoso desdoblamiento de la N2 y acabar algún día la estación de la Sagrera de BCN, por ejemplo? Como dijo el poeta, "¿Pa qué? ¿Pa cagal·la"?.

2/ Si al final el Gobierno decide negociar alguna cosita más que un poquito de cemento y cuatro ladrillos, ¿quién está en condiciones de garantizarnos, empezando por el propio Gobierno, que Madrit (concepto) lo permitirá? Ya no digo Casado Desencadenado, que anuncia tantas querellas y demandas que le saldrá más a cuenta instalarse un puente aéreo entre su despacho y los tribunales, sino eso que llamamos el Deep State. ¿Alguien cree que aquellos que ya nos han demostrado que harán lo que haga falta para conservar sus privilegios y su estatus ahora se detendrán?

Eso sí, las formas de Sánchez son exquisitas. Y elegantes. Y de vez en cuando también gusta que no te griten ni te amenacen.