Me he comprado uno paraguas. Tamaño como de aquí a Ganímides. Pero la versión familiar. ¿Para evitar qué? Pues que me siga cayendo cada día encima un mínimo de cinco mil millones de kilos de propaganda por milímetro cuadrado. Y cada décima de segundo. Hace ya un año -con sus correspondientes días y sus correspondientes noches- que la mayoría de ruedas de prensa relacionadas con la COVID son un spot donde unos señores y unas señoras, muy buenas personas todos (y todas), salen a vendernos un pescado que salió del mar cuando Toni Cantó sólo había militado en catorce partidos políticos y cuando nuestros ojos todavía no habían visto a Casemiro expulsado de un campo de fútbol. ¡Y contra el Barça!

Pero eso no es lo peor de todo (la publicidad en sí, quiero decir, no que expulsen a Casemiro, que debería ser constitucionalmente obligatorio). No, lo más terrible es que el spot que nos colocan en medio de los 30 segundos de información sobre la pandemia dura muuuucho rato. El autobombo es eteeeeeerno. No tienen ni ninguna manía ni ninguna compasión en ir repitiéndonos que todo va bien gracias a ellos (y a ellas) y que ellos (y también ellas) no sólo lo han solucionado todo sino que lo seguirán haciendo, cosa que visto como ha ido la cosa suena a amenaza. Y grave.

Oigan, ¿nos podrían hacer el favor de parar de decirnos cada semana cuántas vacunas llegarán la próxima semana? ¿Por qué esta prisa? ¿Por qué estas ganas de adelantarse a los acontecimientos? Es que no hace falta. ¿Y saben por qué? Por un par de simpáticos motivos: 1/ Porqué la mayoría de veces nunca llega la cifra de vacunas prometida. Y si eso sucediera una vez, pues mire, mala suerte. Pero es que hace tres meses que no se cumple ni una sola previsión. ¡NI UNA!. Por lo tanto, mejor callar, no?. I 2/ Porque es absurdo. Oigan, cuando las tengan, las ponen lo más rápido que puedan. Y listos. No hace falta tratarnos como si fuéramos chiquillos yendo en coche y preguntando cada cinco minutos "¿ya llegamos, eh, eh, eh"?, y a pesar de faltar aún 500 km , los padres -o sea ustedes- nos contestan "Sí, enseguida". Básicamente porque ni somos criaturas ni les estamos preguntando nada.

Y una vez paren con la cancioncilla de las vacunas que vendrán y nunca acaban de venir, ¿qué tal si nos hacen el favor de dejar correr esto de la fecha con el tanto por ciento de vacunados? ¿Hay que aparecer cada día diciendo que en junio a las tres de la tarde estará vacunada el 52,4% de la población? O que en "verano" será el 69,03%. Primero defíname "verano" y a continuación, es que tampoco tiene ningún sentido hacerlo ni sirve de nada. Oigan, dediquen su tiempo a que lleguen el mayor número posible de vacunas, que las administren lo más rápido posible al máximo de personas y ya lo veremos qué día llegamos a no-se-qué porcentaje. No hay que perderlo diciendo una cosa que puede suceder o no, pero que si no sucede -cosa probable- sólo provocarà frustración, desconcierto y frustración.

Y para que vean que soy un tipo de buen conformar, con esto ya tendría suficiente. Sobre todo porque doy por totalmente imposible que dejen de usar la COVID para lanzársela por la cabeza pensando en las elecciones madrileñas. O en las elecciones siguientes, que serán cuando sean y donde sean, pero que son aquel horizonte que siempre está allí y que son lo que genera esta sobredosis de propaganda innecesaria. Y absurda.