Acaba la semana de convención del PP, un invento para que los medios hablemos del partido y de su candidato. ¿Y, qué tenemos? ¿Que qué tenemos? Pues que si querían que habláramos, nos han desbordado de momentos delirantes. Aznar vomitando su rencor y su complejo de inferioridad. Alejo Vidal-Quadras criticando el apoyo del PP a la España autonómica, sin la cual él no habría tenido nunca ningún espacio político. Sarkozy oyendo como Pablo Casado le decía 24 horas antes ser condenado por financiar ilegalmente su campaña electoral del 2012: "Queremos seguir los buenos modelos de gestión" y viendo como hoy lo han borrado de las conclusiones finales. Paula Gómez de la Bárcena, directora de la fundación Inspiring Girls, yendo a una mesa redonda sobre feminismo, mirando a su alrededor y exclamando: ¡En esta convención hay menos mujeres que en cualquier consejo de administración del Ibex!. ¡Buscadlas, por Dios! ¡Las hay! ¡Estan!". Isabel Díaz Ayuso provocando un éxtasis entre los delegados (y delegadas), mientras Casado se miraba la escena con cara de "ahora mismo querría estar en casa repasando los apuntes de mi máster". Y Mario Vargas Llosa explicándonos qué entiende él por democracia: "Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien. Los países que votan mal lo pagan caro"... sin que todavía conste quien decide en democracia quién vota bien o mal y en qué criterio se basaría.

Y hoy era, por fin, el gran día de Casado. Después de las diferentes despedidas de soltero que han acabado con botellón intelectual desenfrenado, tocaba el protagonismo total y absoluto del novio. Y me temo que, o bien él o bien servidor de usted nos hemos equivocado de boda. Porque recuerdo como si fuera ahora que el pasado 9 de febrero Pablo Casado fue a Can Basté (RAC1) y dijo: "Yo el 1-O era portavoz del PP. Decidí no salir a explicar lo que estaba sucediendo en Catalunya porque no estaba de acuerdo con los que decían que allí se estaba votando de forma homologable ni con los que decían que no se estaba votando nada". Y después añadió que se debería haber evitado el referéndum y las cargas policiales". Y después remachó eso de las cargas con un "no me gustaron". Y cuál ha sido mi sorpresa cuando hoy ha dicho que el 1-O "hicimos lo que teníamos que hacer" y que si fuera necesario lo volverán a hacer. ¿Qué volverá a hacer exactamente? ¿Estar a favor y en contra de las cargas con 7 meses de diferencia? ¿No salir a hacer de portavoz cuando era el portavoz?

Pero el momento más memorable ha sido cuando ha dicho: "Llevaremos a Puigdemont al Tribunal Supremo. Aunque tengamos que viajar hasta el último país de Europa". ¡SEN-SA-CIO-NAL! Cuando dice "tengamos que viajar", ¿a quién se refiere? ¿Quién viajará? ¿Él? ¿Personalmente? ¡Ah caray! ¿Y qué hará, irá al Alguer -por ejemplo- le pondrá al president una bolsa en la cabeza llena de cloroformo, lo meterá en un coche y lo subirá a un avión? Hombre (y mujer), eso quizás sería un poquito ilegal, ¿no? Incluso para el nivel de legalidad español. ¿Quién forma parte exactamente de este plural del "tengamos"? ¿Aaaaah, la justicia española? ¡De acuerdo! Quiere decir Pablo Llarena como representante del Reino de España en un caso donde pretende extraditar a una persona que siempre se ha presentado ante la justicia de TODOS los países europeos donde ha viajado y en los cuales ha sido reclamado y que nunca ha sido llevado a España porque 1/ Los delitos por los cuales es reclamado por Madrit (concepto) en Europa no son homologables, 2/ Las demandas son técnicamente lamentables y no hay por dónde cogerlas, 3/ Cuando el juez español ha visto que no le daban la razón como él quería, SIEMPRE ha retirado las demandas y 4/ Porque, finalmente, ha intentado engañar el sistema judicial europeo con una trampa que no llega ni a efecto especial de una película de Ed Wood.

Pero lo mejor de Casado es este concepto tan democrático de lo que entiende él que es la separación de poderes: "Llevaremos a Puigdemont al Tribunal Supremo. Aunque tengamos que viajar hasta el último país de Europa". Bien, si así lo sigue determinando la justicia, ¿no? ¿O es que hará él de juez? ¿O el juez hará de político? Ay, no lo sé... Quizás lo mejor es que se compren un mapa de Europa y marquen los pocos países donde todavía no le han dado la razón al president Puigdemont.