Hoy hace exactamente 15 años que un servidor estaba cubriendo la campaña electoral de Rodríguez Zapatero para el diari AVUI. Montse Oliva escribía la parte periodística y yo el "color", o sea, la crónica de las cosas que nos iban pasando o que íbamos viendo.

Hacía días que por la caravana circulaban rumores sobre encuestas internas que alguien filtraba y que decían que ZP remontaba y se acercaba al PP. ¿Era cierta la tendencia de aquel momento? Nunca lo sabremos porque los atentados del 11M lo cambiaron todo. Trágicamente.
Ya al mediodía, y después de una terrible mañana que no olvidaré nunca, varios periodistas que seguíamos la campaña quedamos para comer en el "verde", un bar situado delante de la sede de los socialistas en la calle Ferraz y que ya no existe como tal. Los habituales le llamaban así, no porque fuera su nombre sino porque el exterior del local era de color verde.

Un compañero de Onda Cero con buenos contactos en la policía y que llegó a medio menú nos explicó que venía hablar con varias fuentes y que le habían asegurado que no había sido ETA sino el terrorismo islámico y que ya estaban trabajando con esta hipótesis.

La sorpresa fue total porque el PP había salido a todas con la tesis etarra y en aquel momento no se ofrecía ninguna otra opción, ni oficial ni extraoficial, sobre la autoría del atentado. Era muy difícil creer que una parte de la policía investigara internamente una versión diferente a la que con vehemencia defendía el Gobierno. Aznar no podría mentir en una cosa así porque se jugaba su prestigio. Claro, todavía no conocíamos al auténtico Aznar, que con 192 cadáveres en un pabellón de IFEMA participó en una de las mentiras más descaradas y más impresentables del siglo XX en el mundo occidental. Para salvar su culo.

Después, a media tarde, supimos que en el atentado había muerto una cuñada de la compañera de Telemadrid que formaba parte de la caravana. Por la noche nos llegó el rumor de que el Gobierno tenía desde el primer momento la versión del terrorismo islamista pero que se negaba a darle ningún tipo de credibilidad. Meses después sabríamos que a la misma hora Aznar se dedicaba a llamar a los directores de los diarios para asegurarles que había sido ETA.

Y al final supimos la verdad, aunque el aznarismo político y mediático más extremo se negó a aceptarla y juntos crearon la fake new más miserable de la historia reciente de España. Sobre todo porque una cosa es inventarte una mentira sobre cifras económicas, sobre déficits fiscales o sobre cosas de este estilo y lo otro es no querer aceptar que mientras tú mandabas 1/ no supiste ni detectar ni parar una masacre como aquella, 2/ que cuando sucedió quisiste aprovecharte electoralmente, 3/ que cuando se supo que mentías prevaricadoramente, o sea a propósito y a conciencia, no tuviste el valor de reconocerlo, 4/ que cuando todo el mundo supo la verdad tú optaste por insistir en la mentira e intentaste silenciar, destruir y difamar a quien decía la verdad y 5/ permitiste, estimulaste y financiaste momentos delirantes de "periodismo".

Hoy hace 15 años de todo aquello y quien nos mintió entonces se pasea por el mundo aleccionándonos y riñéndonos. Como si no hubiera pasado nada. Como si él no hubiera tenido nada que ver con aquella gran estafa moral que en una sociedad normal lo habría inhabilitado para siempre. Como si aquello no hubiera sido suficiente para hacer un agujero bajo tierra y esconderse por el resto de su miserable vida.

Hoy hace 15 años de la gran ignominia y aquel hombrecillo no ha pagado por aquella infamia consciente, cosa que dice muy poco del mundo donde vivimos y de la gente que habita en él. Y demuestra que tenemos lo que nos merecemos porque lo permitimos.