Somos imagen. Y cada vez más creemos que valemos lo que vale nuestra imagen en las redes. O mejor dicho, crremos que "somos" si conseguimos tener una imagen más o menos pública. Y si no lo conseguimos, no somos. Y este "somos" quiere decir tener una entidad que sea aceptada por los otros. Por eso hay gente dispuesta a lo que sea por "ser", para existir, para ser valorado con muchos likes.

La red tiene millones de millones de millones de imágenes de personas que quieren ser, pero de todas ellas sólo se convierten en virales un 0,000000000000000000000000000000001%. O menos. Y, la mayoría de veces, lo son sin querer. Un buen ejemplo es lo que sucedió el pasado 14 de diciembre. Periodista Digital tiene una sección de economía donde varios expertos dan su opinión sobre los mercados. Dos asesores de finanzas grabaron un vídeo sobre hipotecas fijas y variables y lo petaron. A pesar suyo. Y lo peraton porque el estado físico y mental que ofrecían serviría para anunciar un after de Ibiza, pero no para recomendar inversiones inmobiliarias.

Total, que Silvia Charro y Simón Pérez, los dos protagonistas de la cosa, triunfaron en la red, se hicieron famosos, sí, pero perdieron el trabajo. Los dos. Sus empresas consideraron que en según qué momentos es mejor abstenerse de consumir según qué sustancias. Otros, en esta misma situación, habrían desaparecido de la Tierra y se habrían escondido en la cara oscura del planeta Raticulín para no pasar más vergüenza. Pero ellos optaron por hacer lo que se recomienda hacer en el mundo digital del primer cuarto del siglo XXI y que se resume con la frase: ¡pa'lante!

Se trata de usar esta fama, que es negativa pero que te ha permitido ser, por seguir estando. ¿O sea, me he convertido en famoso por haber hecho un ridículo tan espantoso que he arruinado mi vida? Pues aprovecho esta plataforma para convertirme en famoso oficial. ¿Cómo? Explotando mi ridículo. Y así ha sido como Sílvia y Simón ahora han diversificado e intentan exportar el formato de las hipotecas aplicado a otros campos. Y de esta manera, el medio que los catapultó al estrellado de la sordidez humana, puedes usar su fama para elaborar noticias sobre ellos y obtener clics, que al final es de lo que se trata:

Lo más terrible para la pareja, es que en su afán para sacar beneficio de su fama no se dan cuenta de que si ya habían tocado fondo, ahora están agujereando en dirección al centro de la Tierra. Y que una vez lleguen, todavía podrán ir más abajo. Este vídeo es de esta semana:

Queda demostrado, pues, que a la hora de aumentar tu patetismo, nunca hay suficiente. Hasta llegar a niveles que, quizás, sirven para que algún productor televisivo te apunte en su agenda y, tal como decía la noticia de Periodista Digital, consigas acabar en un reallity al lado del exnovio de la vecina de una chica que se lo hizo con Paquirrín en el aparcamiento de un Ikea de Sabiñánigo.

Pero, ¿qué pasa cuando tu imagen, o más concretamente tu cuerpo, sirve a los otros para hacer negocio y sin tu consentimiento? ¿Y cuando, además, acabas convertida en un icono sexual sin haber dar permiso para usarte? Sí, le hablo del Caso Marisol, la niña prodigio de la España de los años 60 y 70 que, trasladada a ahora, tendría una fama comparable a la de la youtuber más famosa, pero multiplicada por 100. Pues bien, la niña Marisol, cuando dejó de serlo, se convirtió en una ferviente comunista y, harta de ser usada como a símbolo del franquismo, decidió abandonar el cine, borrar para siempre el nombre de Marisol, convertirse en Pepa Flores y desaparecer totalmente de la vida pública. Pero la revista Interviu publicó en septiembre de 1976 unas fotos suyas desnuda. ¡¡¡EL GRAN ESCÁNDALO!!! ¡¡¡La niña que cantaba inocentes melodías en la feliz España franquista aparecía en la portada de una revista enseñando los pechos!!! ¡La revolución total!

Las imágenes eran obra de César Lucas, histórico fotógrafo de la transición y gran amigo de la actriz y cantante. La leyenda dice que se las hizo como parte de un casting para una película subidita de tono que no se acabó haciendo. Las fotos fueron a parar a un cajón de donde salieron para revolucionar la España postfranquista. Dicen que la revista vendió aquella semana un millón de ejemplares. Pero, sobre todo, estas fotos pusieron en el mapa una publicación que marcó una época y que ha sobrevivido hasta ahora, cuando nadie lee ya en papel y cuando en la red hay millones de pechos a un golpe de clic. ¿Por qué el año 2017 querrías comprar una revista de papel con señoras mostrando los pechos?

Hace 40 años Marisol no vio una peseta de todo aquello, y encima tuvo que soportar 1/ que un país entero la viera desnuda y 2/ que se vulnerara absolutamente el anonimato que ella había escogido. Y ahora resulta que, cuando la revista deja de publicarse, ¿cuál es la imagen icónica que usan muchos medios? Efectivamente, ¡¡¡la portada de Marisol!!! Otra vez ha sido usada sin contar con ella...

Pero hay veces en que tú eres el dueño absoluto de tu imagen y tomas decisiones mejorables.

Kirk Douglas, de 101 años, apareció esta semana en la gala de la edición número 75 de los Globos de oro. Y este fue el momento.

Douglas, como es evidente viendo la foto, en algun moment reciente decidió hacerse una operación de cirugía estética. ¿Resultado? Sigue teniendo la cara de un señor de 101 años pero, además, se ve que se ha operado. Doble combo. Por supuesto, todo el mundo es muy libre de decidir qué hacer con su vida y con su cara. Pero cuánto tienes 101 años, ¿qué te impulsa a ir así por el mundo? Se habla mucho de la presión que tienen las mujeres para lucir siempre jóvenes al precio que sea. Pues imaginen si la presión es fuerte que llega a un Kirk Douglas, que con 101 años, necesita creerse que está mucho más joven de lo que es. El problema es que se lo cree sólo él, porque el resto vemos el desastre y pensamos: ¿y ahora, este señor, por qué se ha hecho eso? ¿Hacía falta?