Un día empieza a llover suavemente y en el techo de tu comedor oyes un pequeño ruidito que no sabes de donde viene. Como un "chap". Cada 30 segundos. Piensas que es el agua de la calle y no haces caso. Sigue lloviendo, cada vez más fuerte, y tu "chap" ya es cada 5 segundos. En plena tormenta aquello ya no es un "chap" sino un metrónomo que sufre una sobredosis de cocaína, cafeína y muchas cosas que acaban en "ina" y que excitan mucho. Entonces es cuando te aparece en el techo una inmensa mancha de agua, empieza a llover encima de los muebles y tienes que ir corriendo a buscar cubos y bayetas diversas. Pues bien, con las alegaciones para no ser miembro de una mesa electoral ha sucedido lo mismo.

Lógico. Si a la pereza habitual de tener que pasarte el día en un colegio electoral le sumas que la gente piensa "¿no me dejaron estarme dos horas con los abuelos o los padres ya mayores comiendo la carn d'olla o los canelones 'por si las moscas' y ahora me hacen estarme 14 horas encerrado en un edificio tocando cosas que todo el mundo ha tocado previamente?" y, sobre todo, añades el miedo a contagiarte, lo que empezó siendo algunos casos ahora es una gotera-río en pleno apogeo. De momento se calcula que un 25% de los agraciados en el sorteo mesil ya han manifestado aquello del "me las piro, vampiro".

Varios municipios ya buscan alternativas por si no pueden constituir las mesas. Los pueblos más pequeños parece que resituaran los suplentes y las ciudades estudian hacer nuevos sorteos, cosa que la ley no prevé. Y aquí me paro un momento. En la ley. Porque cuando conviene la sobrepasamos. O la reinterpretamos. Y cuando conviene, lo aplicamos textualmente. Y después sucede lo que sucede. Porque todavía no hemos entendido nada. Esta es una situación nunca vista, nos agarramos a una ley que no la prevé ni la contempla y seguimos actuando como si todo fuera normal y estas fueran unas elecciones normales. Y no, no lo son. Y la Junta Electoral no tiene ni idea de salud. Lógicamente. Y tiene que decidir sobre salud con una ley que no dice nada sobre salud. Si alguien les presenta una alegación diciendo que es persona de riesgo, qué narices sabe la Junta Electoral de Zona, la Provincial, la Central o la Semipensionista. Bastante trabajo tienen con su negociado como para ir haciendo de médicos.

Total, ha empezado a correr que si no puede constituirse una mesa los primeros votantes podrán ser requeridos para quedarse. ¿Consecuencia? Las personas mayores, las que votan en la franja de primera hora, se plantean ir a media mañana, por lo que pueda ser. Y quien tiene que acompañar a personas mayores con problemas de movilidad dice que quizás mejor hacer vía al mediodía porque pueden obligarlos a ser mesa aunque aquel no sea su colegio. Y ahora lo que pasará es que los del primer turno se juntarán con los del segundo turno y todo será... ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Pero servidor tiene la solución. Esta humilde columna, efectivamente, vuelve a convertirse en servicio público y propone una alternativa.

Y ahora usted me dirá: "Que vayan a las mesas todos estos (y estas) que se han vacunado sin tener derecho y como castigo. Aparte del resto de castigo que tienen que recibir, claro...". Sí, estaría bien, pero no es una buena idea. Si han sido corruptos y prevaricadores por una vacuna, de qué serán capaces cerca de una urna?. Por lo tanto, las personas idóneas son los negacionistas. La idea no es mía, sino de David, mi suministrador de legumbres en el mercado.

Todos estos que van por la calle sin mascarilla y que entran en espacios públicos a pelo porque dicen que no hay virus, a las mesas. Allí plantaditos todo lo día atendiendo a los votantes. Tocando los DNI de todo el mundo, los sobres y respirando la mezcla de aerosoles diversos sin ninguna protección. Ni EPI, ni guantes, ni de nada. Tampoco a la hora del recuento, cuando manipularan las papeletas sobadas por centenares de personas. ¿No dicen que no hay virus? Pues no tienen que sufrir por nada, ¿verdad?

Animamos, pues, a los negacionistas a afianzar sus convicciones por la vía de los hechos. Y a la vista de todo el mundo. En un mismo acto demostrarán que tienen razón y harán un bien a la comunidad. Es aquello que le llaman un güin-güin total. Y para curarse, lejía y fairy, que limpian por dentro y por fuera.