Nueva polémica sobre humor, libertad de expresión, censura y si tienen que haber límites. Esta vez el protagonista es José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones que estuvo 532 secuestrado por ETA y que es uno de los cofundadores de VOX.

Resulta que en un monólogo que el cómico Iggy Rubin hizo el pasado 2 de abril en el programa La Resistencia de Movistar+ sucedió lo que puede ver en este vídeo que un usuario de twitter ha colgado en su cuenta sin enlazar a la fuente original. Si todavía no lo ha visto, se lo mira y después le explico qué ha pasado...

Pues lo que ha sucedido es que la compañía ha retirado el vídeo de todas las plataformas porque "no se ajusta a los principios editoriales de Movistar+". Por este motivo le he enlazado el contenido de un particular, porque todos los enlaces on line están capados.

Pero, como las polémicas siempre tienden a ser poliédricas, coincide en el tiempo otro chiste de la misma gente, en este caso relacionado con las muertes de niños intentando cruzar el mediterráneo desde el continente africano hacia Europa. Y este, em cabbio, no ha sido retirado.

Lesbos

Y ya volvemos a tener un debate que, como el de la eutanasia, es cíclico. Y lo es porque nunca se acaba de resolver. Y si las cosas no se resuelven, tienden a perdurar en el tiempo y cada vez más empeoradas. Lo hemos visto también, y ahora le cambio de protagonistas pero estamos allí mismo, este fin de semana en el campo del Girona. Los seguidores del Español que viajaron para ver el partido de liga, engancharon a la zona de acceso a la grada un fotomontaje de Ana Frank con una camiseta del Barça.

El humor es y tiene que ser la manera ingeniosa de ser irreverente y crítico, sobre todo con el poder. Y sólo tiene que tener los límites del código penal, aunque tal como administran últimamente el código penal los que lo controlan, este límite es relativo, interpretable y te puedes hacer daño sólo andando por la acera de enfrente de un tribunal político. Porque resulta que en un mundo donde el poder se ha autosobreprotegido en relación a los otros, el humor molesta, como molestan las preguntas incómodas. Y aquí es cuando un poder bunquerizado aprovecha cualquier cosa para ajustar las cuentas con los molestos "ccómicos".

Eso no quita que sea conveniente que quién se dedica al humor, antes de practicarlo siempre se pregunte "¿por qué".¿Tiene sentido hacer chistes más o menos ingeniosos sobre alguien que estuvo secuestrado 532 días en un agujero de mierda y que posiblemente arrastrará un trauma toda su vida? ¿Y sobre pobres niños ahogados? ¿Qué mérito tiene reírse de ellos? ¿Qué aporta humillar el débil? ¿Qué aporta ir en una partido de fútbol a hacer bromitas sobre una víctima de los nazis?

Gila eso lo definió magistralmente: se trata de reír "con" y no "de". Y lo decía quién se hizo famoso riéndose de la guerra después "de haber sido mal fusilado" a los 19 años. Pasó mucho tiempo hasta que lo explicó. Él formaba parte de un grupo de jóvenes, algunos menores, que decidieron combatir en la guerra civil con los republicanos. Un día, sin munición ni comida, fueron capturados por los "nacionales", que decidieron fusilarles. Pero resultó que el piquete de ejecución lo formaban un grupo de "moros tan borrachos", como él mismo contaba, que a él no le tocó ninguna bala y pudo salvar la vida haciéndose el muerto durante horas escondido entre los cuerpos de sus amigos tiroteados.

Quizás Iggy Rubin y sus compañeros encuentran una inspiración en esta historia. Y vaya usted a saber si sus próximas bromitas van de aquellos chicos fusilados y de la mujer que fue violada delante suyo por el grupo de verdugos instantes antes de apretar el gatillo. Porque quizás los chistes sobre Ortega Lara o sobre niños ahogados ya no provocan tanta hilaridad.