Imaginemos que usted tiene una tienda de muebles. Y digo de muebles, cómo podría decir cualquier otro establecimiento. Bien, pues visualice que usted tiene en el escaparate, allí colocadito un sofá para vender. Y tiene tres o cuatro carteles donde dice que el precio es de 2 mil euros, pero es una ganga porque es un gran sofá, muy cómodo, elegante y el material con el que está tapizado genera calor en invierno y fresquito en verano.

Pero la gente que pasa por delante de la tienda ve que usted se pasa el día tirándole al sofá café, harina, aceite de girasol, vino de tetrabrik, 243 docenas de huevos y tres cajas de grosellas maduras. Y, además, deposita diversos parásitos (vivos y muertos) y encima de los cojines mata un cerdo con un cortaúñas, con la carnicería que eso implica. ¿Usted, cual cree qué que puede ser el futuro comercial del sofá? ¿Menos venderlo, qué espera que podrá hacer con él? Aparte de quemarlo allí mismo, ¿cree que le queda alguna otra opción?

Pues después de ver el espectáculo de Xavi Hernandez, a quien la directiva del Barça ha estado tres días haciéndole una oferta para que venga ya a entrenar el equipo, que Xavi se lo piensa, que dice que no, que vaya qué mala suerte, que aquí no ha pasado nada y que todo continúa igual en el primer equipo azulgrana, tengo la sensación de que en esta historia el Barça es el dueño de la tienda de muebles y Valverde es el sofá. Y pienso que en tres días a Valverde le han hecho todavía más guarradas que las sufridas por el hipotético sofá del escaparate.

Si tú quieres echar al entrenador de tu equipo después de perder un partido de una competición menor que no tiene ningún valor y dónde, además, has jugado bien, tienes todo el derecho de hacerlo, naturalmente, pero lo comunicas oficialmente y, a continuación, presentas al sustituto. Porque ya tienes un sustituto decidido. Y el sustituto decidido es un señor que lo haces venir porque tiene un proyecto, una idea, un planteamiento y no el primero que entra en la tienda a preguntar si le puede tirarle aceite de tractor al sofá del escaparate.

Ha habido un par de buenas oportunidades para echar a Valverde, si lo que se quería era echarlo. Pero es incomprensible desautorizarlo, despreciarlo y descalificarlo públicamente de esta manera a media temporada cuando vas líder y has superado la liguilla de la Champions. ¿Por qué ahora? ¿Y sobre todo por qué de la manera como se ha hecho? Xavi ha dicho que no (imagínese si ve claro el panorama) y ahora a Valverde sólo le queda hacerse una moción de confianza a sí mismo, votarse en contra y marcharse. Y muy enfadado con el trato.

Es que, ¿con qué cara y con qué ganas te presentas ahora al próximo entrenamiento y les dices a los jugadores que te hagas caso? Pero si se te van a reir en tus narices. ¿Y con qué discurso vas a la próxima rueda de prensa sabiendo que todo el mundo sabe que la directiva y la secretaría técnica no confían en ti? Pero no confían hasta el punto de que han ido a buscar a un sustituto sin saber si la persona tanteada diría que sí. ¿Y, qué sales a decir? No, ¿que el sofá quedará como nuevo pasándole un trapo mojadito con un poquito de esencia de trementina y aceite de linaza y después secándolo con sal gruesa y bicarbonato?

A Valverde podían haberlo echado al final de la temporada pasada y no lo hicieron. ¿Quizás porque no tenían sustituto? Ni idea. Y podían haberle buscado un sustituto con calma y echarlo al final de esta. Pero haciendo lo que han hecho ahora, a Valverde no le han dejado ninguna otra alternativa que irse y dando un sonoro portazo. Por dignidad y por respeto a sí mismo. Y lo peor de todo es que han demostrado que no lo querían y que no tenían recambio. Porque si lo hubieran tenido no habrían ido a toda prisa a buscar a Xavi sin ni siquiera tener segura cuál sería su respuesta.

Un inmenso despropósito.