Hay escenas que, cuando las ves, piensas: "¡No puede ser! Pero, qué ven mis pobres y castigados ojos?". Son momentos delirantes que en un primer momento te piden afrontarlos con una crítica corrosiva, pero qué vistos por segunda vez son tan patéticos que la situación gira 180 grados con doble mortal y tirabuzón en escorzo. De las pulsiones irónicas y sarcásticas pasas a una mezcla de conmiseración y estupor que se transforma en vergüenza ajena. Me ha sucedido hoy con una señora que se llama Bea Fanjul, que trabaja de presidenta de las Nuevas Generaciones del PP y de diputada en el Congreso y que ha participado en la campaña de Díaz Ayuso para las elecciones de Madrid.

Primero he visto un fragmento de su actuación. Y he pensado: "Esto lo han sacado de contexto y estoy viendo una ilusión óptica". Después he visto la intervención entera. Y, mire, no. El fragmento era 400% real. Y finalmente Juan Miquel Garrido (@Juanmi_News) ha colgado un resumen en twitter. Por favor, míreselo. Y si está en posición vertical, siéntese porque se podría hacer daño. O mejor, estírese porque existe un elevado riesgo de caer de la silla.

No tengo palabras. El desconcierto es tal que me he encontrado a mí mismo hablándole a la pantalla del ordenador y diciéndole (a la pobre pantalla, no al ser humano del vídeo, que dudo que me oyera): "Mire señora, si eso es todo lo que tenía que decirnos, usted tiene un problema. Y muy grave". Oiga, es que es muy difícil tener una intervención más desafortunada. En las formas, sí, pero sobre todo en el fondo. Una diputada, líder de las juventudes de un partido que aspira a gobernar España, país europeo que pertenece en la UE, y que está participando en una campaña electoral, no puede protagonizar este esperpento. Es que no hay para dónde cogerlo. Ni irónicamente.

Puedes pensar: "Busca un tono desenfadado porque se dirige a un público joven". Ya, ya, pero es que ser joven no quiere decir que quien suba a la tribuna de oradores trate los presentes como unos mermados sin nivel suficiente ni para estar en la clase de los delfines. ¡Señora, que usted es diputada! Señora, que si usted interviene en un acto, por muy pretendidamente desenfadado que intente ser, usted se tiene que preparar alguna cosa. Tiene que poder elaborar un discurso con un mínimo contenido. Hable de mecánica cuántica, de Rociito o de las obras del Santiago Bernabéu. Es que tanto da. Diga alguna cosa sobre alguna cosa que tenga algún sentido. Sobre el tema que quiera, ¿pero la escena del vídeo nooo! ¡¡Nunca en la vida!! Bueno, a no ser que usted pretenda que nos planteamos seriamente el sistema que los partidos usan para escoger a su gente. Ojo, que quizás es eso, que digamos: "Si a esta la han puesto donde está porque se supone que es la espavilada, ¿como deben ser los otros"?. O bien: "¿No tenían a nadie más? Vaya, pues si que están fatal!".

O quizás todo era para que entendamos los motivos por los cuales la señal institucional de los actos de la fiesta de Madrid, que era hoy, no ha ido a cargo que TeleMadrid, la cadena pública de la Comunidad, sino de una productora privada contratada por el equipo de Díaz Ayuso. A ver que no se trate de evitar que, si suceden cosas como la que se ve en el vídeo, la imagen nos llegue convenientemente "realizada". ¿Sabe aquello de "imágenes cedidas por..." y el nombre del partido, que es la nueva manera de controlar la información? Pues eso.