Hay una parte de hombres, considerados como señores de sexo masculino, que cuando cumplen los 50 (o alrededores), o bien se compran una moto de gran cilindrada, o bien se dedican a hacer triatlones, o bien empiezan a decir cosas muy extrañas. Hacer una de las tres cosas, naturalmente, no excluye hacer también todas las otras. Pero, quedémonos con la última de las actividades que, casualmente, es la que hacen de manera tan inconsciente como convencida y que a medida que les pasan los años, cada vez les va a más hasta llegar a niveles esperpénticos.

El fenómeno descrito como "decir cosas extrañas" también podría recibir otros nombres muy descriptivos como por ejemplo "buen hombre, ¿verdad que los últimos 10 años no sólo no se ha tomado la medicación sino que ha consumido sustancias poco sanas para el cerebro"?, o bien "este señor ha conseguido un doble combo consistente en chochear y estar gagá" o bien "a ver si eso acabará siendo un coágulo". Todos ellos descripciones que indican que la persona en cuestión esta pallá. Y con una circunstancia que lo agrava todo aún más, que no sólo lo desconoce sino que se piensa que es un ser vivo que conserva todas sus constantes cerebrales normales. Y eso es lo más terrible.

Pero todo empeora todavía más (sí, sí, eso es posible) cuando estos personajes, además, son famosos. Porque mira, si dices que los extraterrestres construyeron las pirámides pero estás a otras horas de la madrugada en un bar de carretera bebiendo lumumbas y comiendo olivas picantes, pues oye, aquello queda allí y al día siguiente a ti te queda la resaca y un considerable escozor esfinteral, pero nada más. O si en una convención internacional de cuñados totólogos defiendes que la Tierra es plana, ya es un poquito eso en el contexto donde estás, ¿verdad? (Cuñado totólogo: persona que sabe de todo, pero desde el cuñadismo). Pero si eres muy famoso, tienes una cuenta de twitter con 3 millones cien mil seguidores y publicas cosas como esta...

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... pues la cosa se complica. Y mucho. Para ti. Por supuesto que Miguel Bosé tiene derecho a decir en público las barbaridades que crea convenientes. Todo el mundo puede destruir su imagen pública como crea conveniente y acabar siendo "aquel señor que guarda basura en su casa y que, vestido con bata y zapatillas a cuadros, habla con las palomas mientras les tira pan remojado".

En el caso que nos ocupa, todo es tan casposo que no vale la pena perder ni un solo segundo en desmentir unas teorías de la conspiración que mezclan medias verdades, fake news, negacionismo científico, el brujo de la tribu y pretendidos pactos secretos de gente que quiere dominar el mundo mientras acaricia un gato peludo en una silla giratoria. Además, hacerlo nos distraería de la cuestión central que no es otra que preguntarnos: ¿Qué le está sucediendo a la generación de "artistas" progres hispanos, que está envejeciendo fatal?

Bosé, pero también Joaquín Sabina, Fabio McNamara o Loquillo, por citar sólo cuatro nombres, formaron parte de la tradicional lista de intelectuales habituales que firmaban los manifiestos a favor de todas las causas perdidas incluidas en la lista del progre de manual. Y ahora... Bien, ahora cada vez que abren la boca dicen cosas muy extrañas que quizás demuestran que, efectivamente, los extraterrestres vinieron a construir las pirámides... bueno, y también las obras de Santiago Calatrava. Pero cuando se  fueron, se dejaron a todos estos. Y a Carlos Jesús.