Cuando esta mañana he visto este vídeo, me han venido tantas cosas a la cabeza...

Ella es la señora Nadia Otmani. El año 1998 recibió dos tiros en la cabeza y uno en la espalda disparados por el marido de su hermana y quedó en una silla de ruedas para siempre. ¿Por qué? Porque intentó defenderla de una agresión. Hoy Nadia, que actualmente dirige una asociación de mujeres, ha asistido al acto institucional organizado por el Ayuntamiento de Madrid con motivo del día contra la violencia de género. Un ayuntamiento que, casualmente, este año no ha hecho ninguna declaración institucional porque Vox, que forma parte de la mayoría de gobierno, no lo ha permitido.

En la imagen la vemos increpando entre llantos y gritos al individuo de la izquierda, Javier Ortega Smith, instantes después de que este líder de Vox hubiera negado la existencia de la violencia de género durante su discurso oficial. Pero es la respuesta de él la que lo explica todo. Bien, o mejor dicho, su no respuesta, porque ni se la mira.

La ignora totalmente sin manifestarle ninguna empatía. Sin ningún gesto de compasión. Desprecio total y absoluto. Rechazo. Y cara de asco. De repugnancia. De suficiencia. Con una expresión de "no me molestes, desgraciada, que me ensuciarás mi camisa de 300 euros".

Tan machote, tan valiente, tan osado, tanta sobredosis de chulería y de testosterona que nos regala habitualmente y hoy todo eso se ha esfumado durante los 13 segundos en los cuales huye como una rata de quien representa lo que él y los suyos intentan negar. Ojo, una negación que cuenta con la complicidad y connivencia insensible de PP y de Ciudadanos, que en el Ayuntamiento y en la Comunidad de Madrid gobiernan gracias a Vox y que tienen que reírle todas las gracias porque de ellos les depende tocar poder.

Conozco muchos diputados y líderes del PP y de Ciudadanos y sé de su sensibilidad contra la violencia de género. Pero cuando tú permites que quien la niega te imponga su discurso y no te deje hacer ni tan sólo una declaración institucional, lo siento mucho, pero no tienes ningún derecho a apuntarte al bando de los buenos. Sabe mal pero la vida es dura y, como dice el chiste, "si vamos a setas, vamos a setas y si vamos a Rolex, vamos a Rolex".

Pero esta imagen de odio y de desprecio que a mí me indigna, y que espero que a usted también, resulta que refuerza al personaje ante su gente. Los votantes (y las votantes) de Vox hoy estarán encantados. "¡Mira tú como ni se ha mirado a la puta esta!". Tan triste como real. Pero eso no es lo más terrible del incidente. Porque mientras hablamos de eso no hablamos de la violencia de género.

Ahora bien, la pregunta vuelve a ser la de siempre: ¿Para no hacerles todavía más propaganda, tenemos que pasar por alto su infinita indignidad? Yo, que soy partidario de ignorarlos en general, considero que hay que denunciar sus comportamientos llenos de odio. Y esto son dos cosas diferentes, pero complementarias y no excluyentes entre sí. Porque si no decimos nada, lo estamos normalizando. Y hay cosas que no son normales. Como girarle la cara a quien ha sufrido una violencia de género que tú niegas.