Las cifras de la COVID no son buenas. Media Europa lo está cerrando todo para evitar más contagios. En Catalunya ya nos empiezan a decir abiertamente lo que sospechábamos hace meses: "permitimos abrir porque somos pobres y no podemos pagar ayudas a los establecimientos a los que obligamos a bajar la persiana". ¿Y mientras, en Madrid qué tenemos? ¿Que, qué tenemos? Cáspita, pues no uno, no, sino DOS conciertos de Raphael. Concretamente en el Wizink Center (por cierto, he descubierto que eso del nombre es un banco. Desconozco si le está haciendo mucha gracia el tipo de publicidad que lo asocia con la cuestión que nos ocupa). El del sábado, con cinco mil espectadores. Y el de este domingo, con cinco mil más. Ojo, y con toda la normalidad del mundo. Como tiene que ser. ¿Por qué? Porque, al contrario que en el resto del mundo, en la Comunidad de Madrid hacen las cosas bien hechas. Dejemos que hable la mujer de que está revolucionando la lucha contra la pandemia. A nivel mundial galáctico.

Enseguida los envidiosos, los tristes, los perdedores... vaya, los que odian el éxito, han salido a criticarla. A ella y a esta fiesta musical abierta a la gente que quiere ser feliz y no vivir encerrada en Venezuela. Y critican porque no saben hacer nada más. Porque los revienta que Madrid sea una ciudad alegre, abierta y jubilosa. Porque no quieren reconocer que Madrid es España dentro de España. Como dijo la poetisa: "¿Qué es Madrid si no es España"?. ¿Qué, eh? ¡Va, conteste!

Pero, claro, quieren tratar a Madrid como el resto de comunidades porque los molesta que la gente sea libre de contagiarse de COVID como quiera, donde quiera y viendo la actuación de quién quiera. Y ante el triunfo de esta libertad transversal, que no entiende de ideologías, ya han tenido que salir todos estos peludos indepes y comunistas que hacen canciones que dormirían a los asistentes a una fiesta de música electrónica después de pasar por el WC y que perpetran obras de teatro que no se entienden y donde se tiran vísceras de vaca para esconder la falta de ideas. Enfermos de unos celos que los corroen por dentro, los mismos que dicen que la cultura es segura se dedican a criticar que se haga cultura popular. Y ahora usted me dirá: "¿Y por qué sí dos actuaciones de Raphael y no dos partidos de fútbol"?. Hooombre (y muuujer), ¿cómo puede comparar una cosa con la otra? Estamos hablando de cultura. Y en un recinto cerrado. No de gente haciendo deporte en calzón corto al aire libre.

Y ahora usted también me dirá: "¿Y por qué sí Raphael por partida doble y en un bar no puedo desayunar a las 10 de la mañana o no me dejan cenar en un restaurante?". ¿Me está usted comparando un desayuno o una cena en Catalunya con la experiencia de asistir a un espectáculo en el Whinskyns Arena Center The Jander Floros de Madrid? ¿Sí? ¿De verdad que me está diciendo eso? ¿Me está queriendo comparar este Madrid lleno de luz, de fiesta, de cañas de cerveza bien tiradas con países que son un fracaso, como Alemania, Francia o Gran Bretaña y regiones divididas com Catalunya? ¿Me está comparando Díaz Ayuso con Angela Merkel? Ah, pues si es así, no hay que decir nada más. ¡Buen verano a todo el mundo!