Hoy mismo le ha vuelto a suceder. Tampoco ha habido manera. Una vez más ha sido imposible. Y mire que hace meses y meses que lo prueba, pero pobre hombre no lo logra. Él entra en la aplicación "Mi euroorden", sigue los pasos que cree correctos y, ¡PATAPAM!, cuando le da al enter, le sale denegada la solicitud. Realmente eso sí que es tener mala suerte. Porque mire que él se esfuerza. Y con tozudez. Y persistiendo. Y está muy convencido de hacer las cosas bien porque todos sus amigos se lo dicen: "Es que lo estás haciendo muy bien, muy bien", pero claro, los amigos que no lo son de verdad sino por interés siempre te dan la razón. El problema es cuando te enfrentas a la realidad y la cosa no va de amigos dándote golpecitos en la espalda sino de hacer las cosas bien hechas. Y, en el caso que nos ocupa, intentar sostener tus tesis con una base legal sólida y bien argumentada.

Total, que esta mañana se ha levantado bien tarde bien tarde -que es la mejor manera de no ser imparable cuando te pones a trabajar, a pesar de que si se hubiera levantado muy temprano muy temprano tampoco habría servido de nada porque se trata de hacer el trabajo correctamente, no a la hora que lo haces- y se ha puesto delante del ordenador. Ha escrito en la aplicación su DNE (Documento Nacional de Euroorden) y la contraseña (1, 2, 3, 4, 5). Ha ido a la pestaña del Tribunal General de la Unión Europea, ha clicado, e inmediatamente le ha salido el siguiente mensaje: "Delante de usted en este momento hay 456.983 motivos por los cuales en breves instantes usted recibirá otra colleja con la mano abierta. Lamentamos no poder decirle cuántas ha recibido a fecha de hoy por el mismo motivo porque han sido tantas que nos hemos descontado".

Nuestro héroe ha clavado la mirada en la pantalla y ha seguido leyendo: "¡Que no, hostia que no, que las euroórdenes no están activas! ¿Quiere que se lo digamos en chino? Pues no sufra que lo ponemos en el google translate: Ōuyuán dìngdān bù huóyuè. Y si lo prefiere con caligrafía 欧元订单不活跃, pues también. ¿Qué, ahora ya sí? ¡SUS-PEN-DI-DAS! ¡Están suspendidas! ¿Sabe qué quiere decir cuándo una cosa está suspendida? Quiere decir que el desarrollo de una acción está detenida, interrumpida o dejada sin efecto durante un tiempo indefinido".

Su gesto ha sido inmutable. Nuevamente no se ha dado por aludido y ha empezado a rellenar el formulario. Una vez más. Para volver repetir la acción. Porque ni la realidad le da por vencido. Pero cuando todavía no había ni acabado de escribir su nombre, la aplicación le ha enviado un nuevo mensaje: "¿Dónde vas? ¿No pretenderás volver a activar el procedimiento, verdad? ¿Pero todavía no te lo hemos dicho suficientemente claro? ¿Cuántas veces te lo tenemos que repetir? ¿Qué es lo que no has entendido? Chico, es que tampoco es tan difícil: NO. Una ene y una o. No hace falta ninguna medida cautelar para afianzar la inmunidad de Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín, NO. ¿Y sabes por qué? Porque la causa de origen del Supremo y la euroorden que se deriva están suspendidas. Porque esto funciona como la puerta de seguridad doble de entrada a un banco, que hasta que no se cierra la primera no se abre la segunda. O como el peaje, que hasta que no pagas no se abre la valla. La diferencia es que aquí no hay puertas ni vallas sino las prejudiciales que tú mismo solicitaste. Hasta que no se resuelvan, no puede haber ningún otro trámite, incluida la eurooordren. ¿Qué, ahora ya sí? ¿Esto se entiende? Pues va, un yogur y a dormir. Y para coger el sueño, nada mejor que contar euroórdenes denegadas. ¡Buenas nooooches, hasta mañana, los Lunis y los niños nos vamos a la cama!".