El concepto conocido como libertad de expresión tiene un nuevo significado: es aquello que cuando lo ejerce quien piensa como yo me parece fantástico, pero cuando lo practican los que piensan lo contrario que yo entonces me parece fatal y hay que censurarlo porque ofende mucho.

Y, como la capacidad de ofensa es ilimitadamente subjetiva, al final siempre acaba sufriendo la libertad de expresión. Yo la invoco en nombre de mi derecho a expresarme y a criticar y también la invoco, pero justamente al revés, cuando exijo mi derecho a que se respeten mis ideas y no sean criticadas.

Claro, es que no le había comentado que la definición de conceptos como "crítica" o "sátira" también ha sufrido modificaciones. La versión contemporánea sería una cosa parecida a: todo puede ser criticado y todo puede ser pasado por la sátira, evidentemente... menos las cosas que tienen que ver conmigo y que me afectan a mí.

Este es el motivo por el cual hemos llegado a momentos delirantes como el de ver censurados carteles de Carnaval. Pero oiga, si el Carnaval es crítica, es sátira, es desenfreno, es transgresión... ¿qué narices estamos haciendo censurando la esencia? Si en nombre de lo políticamente correcto convertimos el Carnaval en una fiestecita de chiqui parc, cambiémosle el nombre por el de teletubbie y dale todo Vicenta que no viene nadie.

Y es así como llegamos al concepto de las fallas. Se queman precisamente para eliminar las cosas malas. ¿Y, cuáles son las cosas malas? Pues depende. Para mí el cebollino tendría que ser erradicado de la galaxia y hay miles de cocineros que piensan lo contrario. Y lo demuestran ensuciando sus platos una y otra vez.

O sea, como los cocineros cebollineros y un servidor nunca nos pondremos de acuerdo en si hay que quemarlos a ellos y a su cebollino o a mí, mejor dejarlo en manos de los que se encargan de hacer la falla. Y el año que los queman a ellos yo contento y el año que me queman a mí, contentos ellos.

Es lo que está sucediendo con el famoso demonio de Badalona que quemamos la vigilia de Sant Anastasi. Este año, y elegido por el voto popular, ha ganado la propuesta del dibujante badalonés Antonio Amador. Y resulta que el demonio es este:

Y ya tenemos la polémica servida. Xavier García Albiol, que ha empezado hace días la campaña de las municipales del próximo año, ha dicho que la figura es política y no representa a muchos badaloneses. Y, por lo tanto, ha anunciado que el PP no asistirá al acto donde se quemará la figura.

Y ha añadido que alguna cosa grave pasa cuando el demonio tiene que ser protegido por vallas, insinuando que si este año no lo hicieran así, los disconformes irían a quemarlo antes de tiempo en señal de protesta. Bien, supongo que lo mismo que pasó el año 2013, por ejemplo, cuando el demonio también estaba rodeado de vallas. Ah, y en aquel momento el alcalde de Badalona era Xavier García Albiol...

O como debió pasar el año 2010, cuando Marcel Rubio Juliana publicaba en su página una foto del demonio rodeado de... vallas:

O como el año 2006, cuando el usuario Carquinyol publicó otra fotografía donde, vaya por dios, también había vallas...

A ver si al final resultará que hace muchos años que el demonio de Badalona está rodeado de vallas y que con las vallas pasa lo mismo que con la libertad de expresión: cuando las ponemos nosotros, no pasa nada, y cuando las ponen los otros, hay que quemarlas.