Vivimos en un mundo con mucha prisa, donde tienen que sucedernos cosas a cada momento porque necesitamos estímulos infinitos que nos satisfagan la adicción a instalarnos en la banalidad del "estar entretenidos", no fuera que paráramos a distraernos, a observar y a pensar. Y una de sus derivadas es el "moriremos todos". Permanente e inacabable. No hay ni una sola noticia que cuando la oigas digas "mira, parece que sobreviviremos un poquito".

El efecto "chuleton al punto" no es nada más que una dosis en vena de este fenómeno: "si seguimos produciendo carne con el actual sistema, el planeta sufrirá porque es insostenible". Naturalmente, la siguiente pregunta es: "Si no comemos tanta carne, ¿qué comeremos"?. Y a continuación ya viene el: "Oh, es que el planeta no tiene suficientes recursos para alimentar a tantos millones de humanos. A no ser que comamos insectos". Y entonces es cuando la gente tiene arcadas y se acaba la conversación. Pero el "moriremos todos" ya ha dado un paso más en nuestro cerebro.

A nivel casero es "teníamos un mosquito normal, pero vino el tigre que es mucho peor y ya verá ya, y las medusas nos atacan como nunca, y el caracol manzana lo destrozará todo, y las abejas desaparecerán y será un desastre para la vida". Subimos un peldaño con el "viene una ola de calor nunca vista y nos asfixiaremos" o "viene una ola de frío siberiano-polar-de nevera nofrost y nos congelaremos". Y en los dos casos, si sobrevivimos, no podremos pagar la electricidad del aire acondicionado o la calefacción porque, casualmente, está a precios de récord. Siempre está a precios de récord. Como la gasolina. Ah, y ojo porque este verano habrá muchos incendios porque hay sequía, pero si ha llovido mucho también habrá porque la humedad ha generado mucho sotobosque que es terriblemente combustible. Cada día nos vamos a la mierda varias veces y por varios motivos y moriremos todos (y todas) sin cesar.

Y llegó la COVID, el mejor desastre para la catástrofe mundial perfecta. Y dieciséis meses después, cada vez que parece que respiramos, volvemos a ahogarnos. "¡Las vacunas, las vacunas!", gritábamos como náufragos viendo tierra firme después de tres meses perdidos en el océano. Y cuando la cosa empezaba a funcionar, ¡PATAPAM!, volvemos a morir todos. Como siempre. En una semana hemos pasado de ir fantásticamente bien a unas cifras de contagio que multiplican por mucho lo que hasta ahora habiamos sufrido en el peor momento. ¿Qué ha pasado? Pues se ve que el perro se nos ha comido los deberes y que la culpa es del chachachá. En este momento hay más brotes de COVID que festivales de música. Que ya es. Y no entendemos nada. Al menos un servidor. Y no paro de hacerme preguntas.

¿Qué narices sucedió en Mallorca con los famosos viajes de final de curso y por qué? ¿Lo hemos abierto todo para salvar la temporada turística y conseguiremos que los turistas huyan, como el año pasado por Sant Joan que hicimos exactamente lo mismo y ya caímos por el barranco? ¿Estamos repitiendo aquel error? ¿O el de cuando quisimos salvar Navidad y nos comimos los canelones diciendo "Huy, que enero y febrero nos esperan!". ¿O el de la Semana Santa? Ahora teníamos que abrir el ocio nocturno sí o sí. Porque no pasaría nada. Dos semanas ha durado. ¿Pero eso que está pasando es por culpa del ocio nocturno o no? Nadie tiene la respuesta. O la tienen y no nos la dicen. ¿Si es que sí, por qué abrimos? ¿Y si es que no, por qué lo hemos cerrado? ¿Y por qué lo hemos cerrado si se hacen festivales con 25 mil personas? "No, es que tienen garantías". Ya, y las discotecas, ¿por qué no? ¿Alguien lo puede explicar para que lo entendamos? Porque las abrimos para evitar los botellones que ahora volveran.

Fuera la mascarilla por la calle porque no sirve de nada. Y ahora que se contagian incluso los mosquitos tigre, dice que quizás nos la vuelven a hacer poner. ¿En qué quedamos? ¿Sirve o no? Y lo peor no es que ya no nos creemos nada y pensamos que no saben dónde van, sino que generan dudas en la gente que se tiene que vacunar y no lo tiene claro. Y dan argumentos a los negacionistas, que están sentados esperando y sólo tienen que mentir y manipular sobre las permanentes contradicciones.

Y en medio de este carajal la noticia es que "Salud elabora un protocolo nuevo en la atención primaria para racionalizar las pruebas PCR, los test de antígenos y el seguimiento en los asintomáticos", que no sé cojones quiere decir pero suena a "la orquesta del Titánic seguirá interpretando melodías de ayer, de hoy y de siempre y cuando el agua le llegue al cuello, siga bailando pero intente nadar".

Por suerte, de vez en cuando alguien explica para que entendamos. Es el caso del profesor e investigador Salvador Macip, que vive en la Gran Betraña y se contagiado a pesar de estar vacunado. ¿Por qué? ¿Fallan las vacunas? No. ¿No ha pagado el impuesto revolucionario a Bill Gates? Tampoco. Si tiene twitter, este es el enlace. Si no, aquí tiene la transcripción del hilo que ha hecho:

"Hablamos un momento de tests, vacunas y contagios utilizando el ejemplo personal de cómo hemos acabado todos los de casa con la covid. Después de un año y medio de portarse muy bien (no hemos salido de la ciudad donde vivimos, no hemos tenido gente en casa, no hemos ido a casa de nadie, prácticamente sólo he salido para ir al súper o al laboratorio), esta semana el heredero (13 años) ha dado positivo. EN UK todos los niños se hacen 2 tests rápidos por semana y también se ofrecen gratuitamente a todo el mundo. Es una gran herramienta para detectar brotes, y cuánto más se hagan, mejor. Pero se tiene que explicar bien que no son un pasaporte para hacer lo que quieras. A nivel personal la utilidad es poca. El problema es que siempre hay falsos negativos (pocos o muchos, dependiendo del tipo de test y como se hace), por lo tanto un test negativo no es ninguna garantía que no seas infeccioso (eso en UK te lo explican muy bien). La idea de hacerse uno rápido y, si sale negativo, actuar como si ya no hubiera pandemia es absurdo. Si pensamos en los festivales, por ejemplo, sólo con que se te escapen unos cuantos positivos, cosa que pasará seguro, puedes tener un brote muy rápido. Con los niveles de virus que hay ahora circulante y una parte importante de los de 60-69 años todavía no vacunada, se tienen que reducir los riesgos al máximo o la ola puede acabar con ingresos y muertos. Los tests rápidos son útiles sobre todo cuando salen positivos, porque sugieren que hay un problema. Entonces se tienen que confirmar con una PCR. En casa, mi mujer y yo acabamos de dar positivo en uno rápido. La PCR seguramente lo confirmará. Por suerte los dos tenemos las dos dosis de vacuna, pero tanto el heredero como nosotros tenemos síntomas (leves, de momento, como un resfriado). ¿Qué conclusiones se pueden sacar de esta historia?

-Un test rápido negativo no es garantía de nada.

-El virus está circulando mucho entre niños.

-No todos los niños son asintomáticos.

-Este virus es muy contagioso, con Rt altas (en casa: 1 niño>2 adultos, y quizás otros niños).

-La vacuna no evita que te infectes.

-En este caso, la vacuna seguramente ha evitado males mayores.

-Vacunado, contagiado y con síntomas, podría ser que fuera infeccioso. Por lo tanto, haré cuarentena. En UK hace falta, en Cat, no.

-Vacunarse sigue siendo importante, pero incluso yendo con mucho cuidado puedes infectarte.

-De la misma manera, llevar mascarilla no es suficiente (el heredero lo ha llevado siempre en la escuela, incluso cuando no era obligatorio).

-Tenemos que seguir el máximo de medidas. Y sin embargo, todavía te puedes contagiar por pura mala suerte.

- Así pues sed prudentes y tened claro para qué sirven y para qué no las vacunas, las mascarillas y los tests. Lo más importante es no sentirse nunca 100% inmune a esta enfermedad, porque eso es imposible".

Pues eso...