Catalunya es aquel pequeño país que tiene de todo, pero sólo uno. Con sólo 7 millones la cosa no da para mucho más. Y en esta lotería, a mí me ha tocado ser el que sube montañas.

A los tres años hice el primer tres mil y con cinco el Aneto. Por lo tanto, lo mío se veía venir.

En mi página web tengo escrito "me defino a mí mismo como un amante de la montaña" y "vivo persiguiendo y luchando por mis sueños". Dos grandes verdades, efectivamente. Si no fuese un amante de la montaña, imagínese qué sufrimiento... porque me paso la vida ahí. Y en condiciones que no son precisamente las del hotel Casa Fuster de BCN. Y eso de perseguir... bueno, es que no paro de correr. Mire que la montaña es tranquilidad, pues ale, yo todo el día con prisa. Ahora sube, ahora baja. Ahora vuelve a subir, ahora vuelve a bajar. Tengo suerte de ir tan rápido que después tengo tiempo para pararme un rato y contemplar y escuchar la quietud.

Pero para que usted me vea haciendo lo que hago, alguien tiene que estar allí y capturar el momento:

Sin los compañeros y amigos que me persiguen con todo tipo de artilugios retratadors o registradores, usted no habría visto nada de mi trabajo-pasión-forma de vivir. Y si no me hubiera visto, no existiría el 90% de lo que soy.

¿Y, qué soy? A veces me lo pregunto. ¿Y, dónde voy? ¿Y, qué busco exactamente? Bien, a lo largo del año entreno unas mil horas en todal durante los 7 días a la semana. Hago unos 15 mil kilómetros y unos 550 mil metros de desnivel. Mientras usted se pide unas olivas en la base del Mont Blanc, yo ya lo he subido y lo he bajado dos veces. Y ahora iré al Everest para intentar batir el récord de velocidad subiendo sin oxígeno, ni cuerdas fijas y, lo más importante, de una sola tirada, sin detenerme en los campos de altura para aclimatarme. ¿Qué, bestia, verdad? Sí, sobre todo porque si alcanzo el reto, muy pocas cosas me quedarán ya para hacer. Y de aquí nacen las preguntas del inicio de este párrafo. Suerte tengo de haber encontrado el gran estímulo que me motivará durante los próximos años.

Será la travesía más difícil, el objetivo más apasionante visto nunca, el desafío definitivo que convertirá en una broma mi famoso "Summits of my life" (Cumbres de mi vida), el proyecto que consiste en coronar en solitario, sin asistencia y en el menor tiempo posible algunas de las montañas más emblemáticas del planeta... y el Everest es la última. Y cuando la tenga, he decidido llegar al límite y tocarlo: viajaré por tres líneas de cercanías.

Cuando propuse hacer la R3, BCN-Vic-Ripoll-Puigcerdà, me dijeron si estaba loco. Cuando añadí que, si consigo volver, sumaré la R12, la BCN-Lleida por Manresa, me dijeron imprudente y temerario. Pero cuando anuncié que, además, haría un BCN-Tarragona-Tortosa por la R16, todas las cadenas de TV del planeta me quisieron hacer reportajes para que les explicara esta monstruosidad brutal. Y, también hay que decirlo, algunos para despedirse de mí convencidos de que me he pasado de frenazo con un proyecto más emocionante, arriesgado y duro que subir los 14 ochomiles seguidos andando de espalda y haciendo la vertical puente mirando a Astorga. Me propongo hacer como un triatlón por el polo norte, pero realizando la prueba de natación conejo total, bajar a un volcán en erupción con camiseta imperio y chancletas, hacerse la N340 entera un domingo de agosto a las 8 de la noche e intentar bajarte datos con el móvil usando el wifi de la mayoría de hoteles. Y todo a la vez. Vaya, una pasada TO-TAL!!!

Es un reto imposible, pero me he preparado a fondo y creo que lo conseguiré. Y, después de eso, ya hablaremos.