Cuando esta tarde veía a Carles Puigdemont y a Toni Comín sentados, por fin, en sus escaños del Parlamento europeo, naturalmente que he pensado en Oriol Junqueras, hoy ausente del pleno por una decisión de la justicia política. Pero, sobre todo, he pensado en los famosos 6 y 7 de septiembre del 2017, porque "con ellos empezó todo".

Ha quedado ya escrito aquí mismo otras veces que el éxito de la propaganda unionista fue conseguir crear la marca "6 y 7 de septiembre" como definición de lo que ellos dicen que fue una terrible vulneración de los derechos de los diputados. ¿De qué vulneración estamos hablando exactamente? La verdad es que no lo sé a ciencia cierta, porque cuando quiero profundizar en la cuestión sin micros delante no consigo aclarar mucho más allá del argumentario habitual. Sólo un dato: los dos partidos que más intervinieron en aquel pleno fueron Ciutadans y PP. 45 minutos y 36 segundos y 38 minutos, respectivamente.

Y, sí, hoy he pensado mucho en aquel relato sobre la vulneración de derechos, que con el tiempo vimos que formaba parte de una estrategia perfectamente estructurada. Y, sobre todo he pensado en ello por comparación. Va, sí, supongamos que es cierto que el 6 y 7 de septiembre fueron terriblemente vulnerados los derechos de los diputados, de la ciudadanía, de la humanidad y de la galaxia. Por lo tanto, ¿la cosa va de derechos, verdad? Entonces, ¿hablamos de los derechos vulnerados a Oriol Junqueras?

Y lo hago olvidándome de los dos años de prisión provisional usada como escarmiento. Y de cómo fueron fabricadas y usadas aquello que llamaron pruebas y que, adaptando la famosa frase aquella de Joan Laporta "Al loro, que dicen que son pruebas y no lo son". Y del juicio. Y de la sentencia absolutamente delirante. Me centro sólo en sus derechos como diputado electo en el Parlamento español y en el Parlamento Europeo. En el primer caso sólo pudo tomar posesión y votar la Mesa. En el segundo ha sido electo durante más de seis meses y no ha podido ejercer (por cierto, ¿nos jugamos un guisante que pronto volverá a ser eurodiputado?). Todos los que hablaban entonces de derechos vulnerados, ¿dónde están ahora?

¿Hablamos de los derechos vulnerados de los diputados Jordi Sánchez, Josep Rull y Jordi Turull, del senador Raül Romeva y del concejal de BCN Quim Forn? ¿O ellos no tienen derecho a tener derechos? Pudieron ir a las listas, fueron elegidos, tomaron posesión... pero, vaya por donde, les impidieron asistir a los plenos. ¿Y hablamos de los derechos de Jordi Turull, detenido entre el primero y el segundo pleno donde se presentaba como candidato a president de la Generalitat? Que, por cierto, algún día quizás también tendremos que hablar largamente de lo que votó todo el mundo en aquel primer pleno, que no era uno cualquiera.

Y si quiere también podemos hablar de los derechos de Jordi Cuixart y de Jordi Sánchez, que según Amnistía Internacional ahora mismo tendrían que estar en la calle. Y si quiere hablamos de los derechos de Carme Forcadell, encarcelada para permitir que el Parlament debatiera. O de los de Dolors Bassa, que en la sentencia contra el independentismo incluso se equivocaron con sus funciones en el Gobierno.

¿Hablamos de los derechos de todo el mundo o eso de los derechos sólo lo usamos a conveniencia y para elaborar relatos de ciencia-ficción? Hey no, como para saberlo.