Nadie sabe qué sucederá. Nadie sabe las consecuencias. Pero las tendrá. ¿Cuáles? Ni idea. Ahora mismo es imposible saberlo. Lo único que tenemos claro es que a partir de este martes la sociedad catalana y una gran parte de la española estarán pendientes de lo que pase en el Tribunal Supremo. Y tenemos y tienen muy claro que, pase lo que pase, las cosas nunca más serán iguales. España lo sabe. Y Catalunya también.

Veremos y verán a los nueve hombres y mujeres que la justicia política española ha encarcelado y ha silenciado para escarmentar el independentismo. Aquello del "a por ellos". Y oiremos sus explicaciones y sus argumentos. Con sus voces. No con la voz de un periodista poniendo sonido a las notas que han sido tomadas a toda prisa escuchándolos a través del vidrio del locutorio de una prisión. Y oiremos como el Estado, por boca de la fiscalía, sostiene y argumenta sus acusaciones. Ya sabe, aquello de la violencia y los hechos "tumultuarios".

España podría haber afrontado la situación de dos maneras. O bien se sentaba en una mesa e intentaba una solución política o bien lo dejaba todo en manos de la justicia. De la justicia del Estado. Y optó por la segunda. Y ahora tiene que demostrar que lo que hizo es legal. Y, sobre todo, si tenía una base jurídica o se la inventó.

De momento, la previa ha sido una improvisación tras otra. Cosa que dice muy poco de una cúpula judicial que afronta uno de los exámenes más importantes de su historia y que, según cómo vaya la cosa, puede afectar gravemente la credibilidad de toda la institución. El ejemplo más demoledor es que hasta una semana antes del inicio del juicio del siglo no supimos la fecha. Y ahora no sabemos ni qué días habrá sesión.

Pero aparte de eso, que no es poco, hay una cosa de la cual se habla poco y que considero que es la demostración de que estamos ante un juicio político en manos de una justicia que va a su aire: la duración.

Hace días que se filtra la posible fecha final del juicio, o al menos la voluntad de que sea anterior a la fecha prevista para las elecciones municipales, europeas y autonómicas. Y, ya me perdonará y con todo el amor y respeto posible, pero, ¿quién es el Supremo para decir si el juicio tiene que acabar antes o después de tal o de cual día. Oiga, usted haga. Escuche, pregunte, argumente, pruebe, rebata, y ya veremos cuándo acabamos. Si acaba en julio, pues acaba en julio. ¿Ahora tenemos prisa? ¿Ahora tenemos que correr? ¿Por qué? ¿Cuando acabe el juicio habrán tenido 9 personas en prisión durante un año y medio y ahora tenemos prisa para acabar? ¿Y porque hay elecciones? ¿Sí, de verdad? ¿Y eso, quién lo ha decidido? ¿Las duraciones de los juicios se deciden en función de criterios relacionados con convocatorias electorales? ¿Ah sí? ¿Pues si es así quiere decir que estamos ante un juicio político, no? ¿Pero, no habíamos quedado que no?

Ah, perdón... que dice que es para no interferir... Pues si pretendes acabar una cosa antes de tiempo de una forma no natural, ya estás interfiriendo. Aquí y en la China Popular.