¡Ánimo! La miseria humana va barata, pero todavía puede bajar de precio. Porque el Ibex de la derrota de las formas y de la decencia intelectual es una escalera que siempre va hacia abajo.

Si hoy, por segundo día consecutivo, Pablo Casado le ha llamado "desequilibrado" al president de la Generalitat, hacemos apuestas a ver si mañana repetirá el adjetivo o ya directamente se cagará en sus muertos. Por aquello de que la dosis que necesita el drogadicto que consume descalificaciones tiene que ir aumentando. Para que siga surtiendo efecto.

Ojo, pero no nos equivocamos, el máster del universo afirma que llamarle a alguien desequilibrado no es un insulto sino una definición. Muy hábil. Y listillo. Cómo se nota cuando uno tiene estudios, ¿verdad?

Pero, pobrecito, él no tiene la culpa de ser así. Casado sólo es un surfista más buscando la ola buena en el mar de excremento que baña el litoral político. Oiga, si resulta que la frase anterior y posterior al insulto (que después se niega que lo sea), son dos mentiras tan grandes que no caben en el sistema solar, insultar son los cacahuetes del gintonic, son el puré de patatas de la Bavette de buey. Vuelve a ser aquello de quien empieza bombardeando una escuela, acaba robándole los dientes postizos a su madre.

Y, mire, al final un insulto es sólo eso, pero con la huelga de hambre de los presos políticos se han cruzado líneas que, llámeseme optimista, pensaba que nunca se cruzarían. Decir y escribir lo que han dicho y escrito algunos y los deseos que han expresado estos algunos sobre la salud de los huelguistas me ha hecho venir a la cabeza la escena de una película.

Se titula The Magic Christian y en España fue traducida como Si quieres ser millonario no malgastes el tiempo trabajando. El protagonista, Peter Sellers, adopta una especie de hippie interpretado por Ringo Starr (sí, sí, lo ha leído bien) y le muestra hasta dónde está dispuesta a humillarse la gente por dinero. En la escena final vemos una piscina llena de mierda, orines y vómitos y como los dos personajes lanzan dinero en su interior. ¿La gente está dispuesta a bañarse para poder atrapar unos cuantos billetes? ¡Y taaanto! Al principio les cuesta, pero poco a poco se animan y al final aquello parece la primera línea de mar de Torremolinos el 15 de agosto a la una del mediodía.

Pues bien, es exactamente eso. Políticos y gente que se autocalifica de periodista han decidido entrar en una piscina como la de la película para conseguir el clic fácil de los consumidores de porquería. Y por unos billetes, dígale para tener más cuota entre el sector de público de la boina encastada, se revolcan alegremente en busca del reconocimiento.

Y es así como hemos visto decenas de fotos de estos personajes haciendo escarnio de la huelga de hambre. Fundamentalmente deglutiendo bocadillos, cosa que demuestra su nivel cultural. Y mental. Y acompañando la imagen, comentarios que incluso se considerarían fuera de tono si se hicieran en una taberna a las 5 de la mañana después de haberse bebido incluso el agua de los urinarios atascados.

Y todos ellos (y todas ellas) pasan para ser gente normal y decente.

Sólo espero que la vida les regale en primera persona los efectos de la frase "tal harás, tal hallarás". Simplemente.