"Aquí muy gallitos pero ante los jueces se vienen abajo". La frase la ha dicho esta mañana en el Parlament Inés Arrimadas, la líder del partido más votado en las últimas elecciones catalanas y durante una sesión de control al president del Govern. El comentario iba dirigido a la bancada indepe y hacía referencia a los presos políticos.

Considero que la frase es muy desafortunada. Mucho. Sobre todo porque no hace falta. Sí, ya sabemos que en el debate político se dicen muchas barbaridades. Y cada vez más, unas imbecilidades de la altura de la Torre de Collserola de BCN nos caen encima de nuestras cabezas como una tormenta del mes de agosto a medio baile de Fiesta Mayor. Y también sabemos que, en general se han perdido las formas y la educación. Y una gota de agua sucia se convierte en un tsunami. La verdad ha muerto y cualquier cosa vale para desacreditar al enemigo, que antes sólo era rival. Sí, sí, lamentablemente tenemos que convivir con eso. ¿Qué le vamos a hacer, verdad?

¿Pero, hacía falta este menosprecio de hoy? ¿Qué ha pasado para que se haya cruzado la línea que separa la falta de respeto político del desprecio y la deshumanización personal? Y, sobre todo, ¿por qué? ¿Qué resultados espera obtener Inés Arrimadas con esta actitud? Sí, para un político es muy importante salir cada día en la TV y para conseguirlo, lo que haga falta. ¿Pero, a cualquier precio?

"Aquí muy gallitos pero ante los jueces se vienen abajo". Y lo ha dicho quién ha soportado ataques personales intolerables que, cuando han sucedido, han recibido la condena total y absoluta de quien ahora ella ha humillado humanamente sin ninguna necesidad. Aunque fuera porque no se pueden defender. Hay momentos en que la solidaridad es transversal y cuando ella la ha necesitado, la ha tenido. ¿Qué ha cambiado ahora? ¿Por qué esta actitud?

Inés Arrimadas sabe perfectamente que durante más de un año han estado en prisión nueve personas que no tendrían que haber estado allí. Y forma parte del juego político que ella defienda en público según qué, porque desgraciadamente las cosas ahora funcionan así. Y si no lo hiciera, los suyos serían los primeros en lapidarla. ¿Pero, qué necesidad tiene ella de entrar en la deshumanización de los rivales políticos?

¿Y, a partir de ahora, el límite, donde está? ¿Cuando la dosis de desprecio que se administra ya no haga efecto en la masa enfurecida, qué diremos de los enemigos? ¿Y los enemigos, qué dirán de nosotros? ¿Es eso lo que queremos? ¿Queremos que ahora la respuesta sea un ataque personal de los atacados con la misma intensidad de desconsideración? ¿Queremos convertir el Parlament en Gran Hermano Dúo? ¿Queremos que la política sea un estercolero?

La vida da muchas vueltas y nunca se sabe como y donde acabaremos. ¿Inés Arrimadas imagina tener un familiar o un compañero de partido en prisión preventiva de manera injusta y que alguien le dijera al Parlament o en el Congreso que "Aquí muy gallitos pero ante los jueces se vienen abajo"?. ¿Si eso sucediera, no se entristecería mucho? ¿No lo consideraría injusto e innecesario? ¿No pensaría que no hay que llegar a estos extremos por 5 segundos de gloria entre los suyos? ¿No pensaría que el debate político no lo aguanta todo?

Ah, y sobre todo porque la frase "Aquí muy gallitos pero ante los jueces se vienen abajo" se ha demostrado que es mentira. Y no porque que nos lo hayan explicado sino porque lo hemos visto. Y ante un tribunal.