Falta un mes y medio para que en Catalunya hagamos elecciones. O no. Y este "o no" es doble porque 1/ ahora mismo nadie puede garantizar que las elecciones se celebren y, si eso sucediera, 2/ no falta un mes y medio para que vayamos a votar sino un poquito más. Y que eso es así lo tenemos todos (y todas) tan claro como en noviembre sabíamos que en enero -o sea ahora mismo- la situación de la pandemia sería muy complicada y habría que cerrar el grifo. Lo que pasa es que entonces pensábamos que nos cerrarían bares y restaurantes. Pero como no somos Alemania, estamos como estamos.

Y quien lo tiene más claro es Salvador Illa (tiene claras las dos cosas, que quizás no hay elecciones y que quizás no, no somos Alemania). Y por este motivo, el ya candidato del PSC a presidir a la Generalitat no quiere dejar de ser ministro de Sanidad "debajo de ningún concepto", como diría Joan Gaspart y Solves. Porque sabe que quizás las elecciones las tenemos que acabar haciendo en abril. Y, ¿sabe que querría decir eso? Que si ahora dejara de ser ministro, se quedaría mínimo tres meses sin la gran plataforma pública que eso implica. Entre tener que buscar excusas para aparecer por los rincones a vender un pescado que no es del día y salir todavía unas cuantas semanas como ministro diciendo que esto de las vacunas está funcionando de narices gracias a él... bueno, es que no hay color.

Total, cosas del virus y la política, resulta que al final el concepto SúperIlla no es un invento del colauismo sino de los sociatas. Súper Illa, el hombre discreto y sin carisma que de noche puede hacer de candidato vestido de héroe anti-indepe y, en plena pandemia mundial, de día tiene tiempo de dirigir lo que era un ministerio "maria", se ha convertido en la cartera ministerial estrella y ha acabado generando un líder. Ahora bien, ¿eso cómo lo pueden recibir los votantes que aspira Illa a aspirarle al unionismo que ganó las últimas elecciones?

Por cierto, inciso... Ahí es nada el cambio de talante de la cara visible que aspira a ser el partido unionista más votado. De Inés Arrimadas y aquel estilo que podríamos definir como "poco sosegado" a la tortilla de trankimazin con valeriana que representa Illa. Quizás alguien ha entendido que no es muy estimulante para el elector ver a alguien que va por el mundo haciendo funcionar el ventilador de la hiel a máxima velocidad. Hecho el inciso, volvamos a la cosa.

Pues al votante que el PSC aspira a aspirarle a Ciudadanos, creo, le trae bastante al pairo si Illa sigue siendo ministro o no. Lo que quiere son carteles como este:

Cartel Illa

Y quiere que Illa le diga lo que le dijo el domingo, que después de 8 años de procés "todavía dura la división social", que "no hay nada peor que sentirte exiliado en tu propio país" y que "el secesionismo ha repartido etiquetas de catalanes que no tenían cabida en Catalunya".

Vaya, que quien calcula compra a Illa, como los que ya tenemos una edad (o dos) sabemos que hubo una época en que a quien calculaba compraba en Sepu. Y SúperIlla ha calculado que para ensanchar su base tiene que tener el discurso de Ciutadans, pero en vez de servirlo como hasta ahora en una rave tiene que proponerlo estirado en unos cojines mirando una puesta de sol mientras suena música chillout. Y, sobre todo, haciendo de ministro del Reino de España.