Haciendo buena aquella frase que dice que se encuentran dos catalanes y forman tres asociaciones, la ANC ha tenido el gesto patriótico de añadirse a la tradicional división y riña en público que es tan nuestra. Como no soy socio (ni de la ANC ni de nada) no cometeré el error de juzgar qué pasa allí dentro. Podría reproducir lo que me explican muchos asociados en privado, sin que yo se lo pida, pero no sería justo elevarlo a público porque no tengo la versión de la cúpula oficial. Y no la tengo porque tampoco se la he pedido. Y de hecho, da igual porque para darse cuenta de la grave crisis interna, no hace falta que nadie te explique nada. Sólo hacen falta ojos y orejas.

Simplemente describir el espectáculo ofrecido y que he seguido, como el resto de catalanes (y catalanas), sentado en el sofá de casa.

Resulta que la Assemblea Nacional Catalana celebra el sábado elecciones a su secretariado nacional. Y han sido excluidos 18 de los candidatos (y candidatas) que se habían presentado. Por varios motivos. Básicamente por cuestiones de avales, según la versión oficial. En 17 de los casos la noticia no había trascendido ni hubiera trascendido nunca a no ser por el caso que hacía 18. Y este caso tiene un nombre: Antonio Baños.

Su exclusión ocupa los titulares de los medios porque 1/ él era el candidato más conocido (de entre los rechazados y también de entre los aceptados), 2/ el caso se ha retransmitido en directo y 3/ ha trasladado a la opinión pública la sensación que las bases no están lo bastante representadas y no son suficientemente escuchadas.

¿Y, qué ha pasado con Baños? Pues que, como periodista que es, colabora en la tertulia de Basté (RAC1). Y el lunes estaba allí para hablar de la actualidad. Y Basté le preguntó por las elecciones en la ANC. Y Baños le dijo que no podía hablar porque los estatutos internos lo prohíben. Ante la sorpresa y desconocimiento de Basté de la situación, quien entonces todavía era candidato explicó que si él usara aquella plataforma para hablar de su candidatura estaría aprovechándose de su posición de privilegio en detrimento del resto de candidatos y se saltaría el reglamento electoral que prohíbe estrictamente otras plataformas de campaña que no sean las oficiales estipuladas.

Y es que, efectivamente, el punto 7.2 dice que los medios para dirigirse a los electores son "la página web de la campaña y los actos presenciales" y que "ninguna otra publicidad ni campaña estará permitida y podrá ser excluido el candidato que la incumpla, si a criterio de la junta electoral este incumplimiento fuera de relevancia significativa".

Total, que la junta electoral consideró que por haber ido a la tertulia y haber dicho esto, Baños tenía que ser excluido de la lista de candidatos. Y a la junta electoral empezaron a lloverle las críticas. Las más significativas las de Xavier Sala-i-Martin y Liz Castro en Twitter. Sala porque es una voz muy respetada en el mundo indepe y la de Castro porque en dos ocasiones había sido la candidata más votada por los socios de la ANC (o sea, por las bases), pero ninguna de las dos veces consiguió la confianza mayoritaria de los miembros del secretariado de la Assemblea a la hora de obtener la presidencia de la entidad.

Y pasó aquello que a los juntaletras nos gusta tanto escribir: la red empezó a hervir. Y eso provocó dos grandes consecuencias. Que la junta electoral de la ANC decidió parar el voto telemático, que ya había empezado, y dar tiempo a Baños a presentar alegaciones. Y que Agustí Alcoberro, vicepresidente y actual cara visible de la entidad por el encarcelamiento de su presidente Jordi Sànchez, afirmara: "Si el compañero Antonio Baños no puede ser candidato al secretariado nacional de la ANC es que estamos haciendo alguna cosa muy mal (...) La República Catalana que construimos sólo puede ser democrática".

A la espera de saber qué acaba pasando con Baños e independientemente de esto, lo que sí que sabemos ya es qué sucederá con la ANC: esta grave crisis interna acabará estallando por algún lado.