Vas por el mundo y cada día te caen a la cabeza decenas de temas de eso que llamamos "de actualidad". Y se supone que tú tienes que tener una opinión sobre todos ellos. Generalmente tiene que ser a favor o en contra. Pero a veces sucede que no tienes ninguna opinión definida. O bien porque el tema te lame un pie. Y parte del otro. O porque ves que la cosa puede tener recorrido y plantea cuestiones interesantes y que generarán debate, pero no tienes claro si estás a favor o en contra. Cuando sucede esto, aplico el sistema que denominaremos "La brújula orientativa". Consiste en mirarme algunas opiniones. Y dependiendo de quién piensa qué, ya tengo claro que tengo que defender la opción radicalmente contraria. Eso es lo que me ha sucedido en las últimas horas con la Superliga europea de fútbol.

Es que si se llegara a hacer, y no fuera sólo una manera de presionar a los organismos futbolísticos para hacer la actual Champions más del gusto de los equipos potentes, sería una revolución brutal en el mundo del deporte mundial. A nivel competitivo y de negocio. Y la prueba han sido las reacciones. En menos de 24 horas hemos leído cosas que usted creería —y creerá— porque también las ha leído. Y de hecho desde ayer hemos visto atacar a la inteligencia en llamas y mucho más allá de Orión.

El señor Liga de Fútbol Profesional (LFP), Javier Tebas, ha publicado una tan larga como indignada nota donde califica la propuesta de nueva competición de "secesionista y elitista que ataca los principios de la competitividad abierta y del mérito deportivo" desde un planteamiento "egoísta, diseñado para enriquecer todavía más a los más ricos". Y lo dice quien organiza partidos a las dos del mediodía "para el mercado chino" pasando olímpicamente de los socios de los clubs de la LFP afectados, que pagan carnés y abonos no precisamente baratitos y pasando también de los espectadores de aquí.

El presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, dice que el proyecto es "vergonzoso y egoísta, movido únicamente por la codicia". Tampoco está mal la cosa, teniendo en cuenta que, según una investigación de The Guardian, en las obras de las sedes del Mundial de Qatar del próximo año han muerto unos 6.500 trabajadores inmigrantes a causa de las condiciones en las que trabajan. Ah, y ha añadido que "los 12 clubs rebeldes no son imprescindibles para la Champions". Efectivamente, habría hostias para ver una final entre el Flamurtari Vlorë y el Újpest Dózsa. Pero para huir del campo. Todo esto, no le suena a aquello del "vagarán por el espacio" y "¿si son independientes, contra quién jugará al Barça, contra el Mollerussa?

Pero es que ha hablado incluso... ¡FIGO! Para decir que "La Superliga es un movimiento codicioso e insensible". ¡¡¡Figo hablando de codicia!!! ¡¡¡Ha, ha, ha!!! E incluso analistas autocalificados "de izquierdas" han teorizado afirmando que este es un ejemplo más de que en momentos de crisis los "ricos" evitan ser solidarios con los desfavorecidos (diosdelamorhermoso). Y han opinado políticos como Boris Johnson, Emmanuel Macron o el Gobierno español. Todos en contra, claro. Argumentando que no hay derecho a que el fútbol pase a ser un negocio controlado por quien lo genera y que no siga siendo como hasta ahora, que era "su" gran negocio. O sea, toda esta rabieta es porque el dinero podría cambiar de manos. Concretamente a otras que no son las de todos estos indignados.

Por no hablar de las amenazas de prohibir a los jugadores de los clubs afectados jugar con sus selecciones. ¡Las selecciones! ¿No eran aquel lugar donde los clubs ceden gratis unos jugadores a quienes ellos les pagan el sueldo y la mayoría de veces se los devuelven lesionados?