Gracias a Benjamí Villoslada, que se define como "bitólogo tecnooptimista que hace trabajos en inmersión digital", he recuperado una noticia del 11 de diciembre del 2017. Y no sólo es plenamente actual sino que -sin quererlo- da una explicación a un conflicto que es como la música de muchos locales: de ayer, de hoy y de siempre. Se trata de una pieza de Ricardo F. Colmenero publicada en El Mundo con el siguiente titular: "Si Messi no tiene que hablar catalán por qué yo sí para ser médico en Ibiza".

Quien lo dijo ahora hace tres años es Ileana Antón, neuropediatra entonces interina en la isla balear y que en aquel momento "estaba a punto de hacer las maletas" ya que tiempo después estaban convocadas unas oposiciones pero ella no se podía presentar porque "no sabía catalán" y, además, había decidido "no aprenderlo". Pero más adelante podíamos leer que sus hijos iban a una escuela donde la lengua vehicular era el catalán, cosa que le parecía muy bien, y ella misma había ido a clases de catalán sólo llegar a la isla" porque le gustaba". Pues si no sabía, aprovechó muy mal las clases, ¿no?

Y decía el año 2017 la señora Antón, que actualmente ejerce en Murcia: "No estoy en contra del catalán, estoy en contra de que sea un requisito por conseguir una plaza, va en contra de mis principios que se me valore porque hablo un idioma y no tenga tanto de valor mi currículum (...) El catalán como mérito esta desequilibrado, pero ponerlo como requisito me parece de una ignorancia suprema. Los que están gestionando la sanidad pública lo están haciendo desde su ideología y no pensando en si el servicio es de calidad para los pacientes". Comentémoslo.

En primer lugar está bien que un medio que ha hecho tanto para extender la idea de la existencia de los idiomas "mallorquín", "menorquín", "ibicenco" y "formenterenc" y que ha dado tanta voz a quien lo defiende, se les escape todo el rato que lo que se pedía en Eivissa era el catalán. Pero vamos a la cosa de Messi. No, no aprendió catalán. Porque no le hizo falta, como no aprenderá francés ni inglés ni ninguna otra lengua. Y Cruyff tampoco aprendió catalán. En cambio Pep Guardiola aprendió alemán cuando entrenó al Bayern, a pesar de saber que estaría poco tiempo y que no le hubiera hecho falta. Pero lo hizo. Son maneras de ser, sensibilidades, empatías y respeto hacia los otros.

Pero es que el ejemplo que la doctora creía demoledor a favor de sus tesis, efectivamente lo es mucho de demoledor, pero en contra. Porque, sin ella quererlo, estaba explicando el motivo por el cual a un trabajador público se le pide saber la lengua del lugar. Y no es para fastidiarlo, ni por capricho, ni para ponerle piedras en la mochila y no dejarlo ir a mear. Es precisamente por eso, porque un empleado público tiene que poder atender a las personas del lugar donde realiza su trabajo en la lengua de esas personas. Es de primero de servicio público. El problema es que el día que explicaron qué quiere decir y qué implica ser un funcionario público, mucha gente no fue a clase. Y después pasa lo que pasa. No, no, no se trata de valorar ningún currículum. Se trata de que los pacientes tienen un derechos y el empleado público se debe a ellos. No se le valora a ella que sepa o no ningún idioma sino que los pacientes se puedan expresar en su lengua. Esta es la cuestión, pero aquí existe una gran incultura sobre que es el servicio público.

Pero hay más. Pongamos el ejemplo de un camarero o de alguien que despacha en una tienda. Trabaja de cara al público, pero no está obligado a saber la lengua del lugar, porque no es un trabajador público y usted puede decidir que, si no le entiende, no le hace el café bueno, o le da las mandarinas podridas, se va a otro establecimiento. Ahora bien, otra cosa es que este camarero o este dependiente tenga una mínima sensibilidad y un interés y decida aprender a hablar la lengua de sus clientes. O al menos entenderla, que este es otro debate. Como lo lo es también que antes de la pandemia había establecimientos del centro de BCN donde los "camareros" no te entendían en ninguna de las dos lenguas cooficiales del país. Ahora los establecimientos ya no existen y los "camareros" tampoco. Porque no realizaban ningún tipo de servicio. Tampoco público.