Peor que una cena de empresa con amigo invisible incluido. Y mucho peor que una persona humana ciudadana intentando aprenderse todas las normas que quizás entren en vigor a partir del lunes (o quizás no) en cuatro fases y que se filtran con una alegría que parece la fiesta de final de curso de la clase de los delfines. Tener que tomar decisiones durante la pandemia es mucho peor que todo eso. Porque se ha demostrado que nadie tiene ni idea de lo que hay que hacer, porque es una improvisación detrás de la otra sin explicarnos nada y porque afectan derechos básicos y el bolsillo y la salud mental de la gente. Y eso Pedro Sánchez lo entendió pronto. Y cuando pudo, le pasó la patata caliente a las autonomías que le reclamaban poder gestionar el desastre. ¿Queréis decidir?, pues adelante, todo vuestro. Y yo a verlas venir desde Madrit (concepto).

Claro, la cosa tenía trampa, porque desde el minuto cero de su existencia, el estado de las autonomías es un callejón sin salida. Y la trampa se llama financiación. Si yo gestiono, pero no tengo dinero para hacer gestión es como si quiero conducir un coche y no tengo volante. ¿Que vamos palante?, sí, pero siempre recto y si llega una pared nos la comemos. ¿Excusa que justifica el caos? No, realidad. Ahora, si quiere, entramos en cómo ha gestionado nuestro gobierno una cosa que no era gestionable.

En Catalunya tendríamos que tener un gobierno de coalición con un presidente y no tenemos ni una cosa ni la otra. Los dos partidos se miran la espalda y sólo tienen tiempo de ver "made in Albacete" en las empuñaduras, porque tienen clavados cuchillos, puñales, navajas, espadas, katanas y otros productos fabricados en esta cuna de lo que sería la cosa de la hoja afilada que se clava. Cada semana hay una crisis, un despropósito y nosotros cada semana sufrimos un estupor y un desconcierto.

Ya hace meses que cuando los catalanes juntamos durante unos pocos según los dientes de arriba y los de abajo, ellos exclaman "¡Por fin juntos!". Sí, porque ante de todo lo que sucede, estamos todo el día con la boca abierta y con la mandíbula desencajada. Y como últimamente han optado por mandar la discreción a tomar viento y ahora nos lo retransmiten en directo, en alta definición y en prime time, observamos en primera fila cómo un gobierno decapitado se tira cada día los platos por la cabeza y cada semana tiene una crisis.

Ojo, que si se quieren matar, mientras no salpiquen, adelante. Allá ellos (y ellas). Pero el problema es que salpican. ¿Los señores y señoras gobierno son conscientes de que la gente se está hartando? Oigan, es que hay miles de catalanes que han perdido su negocio y ya veremos cómo pagan las deudas o han perdido un trabajo que quizás no recuperarán nunca más. Hay centenares de miles de catalanes con problemas económicos y centenares de miles que sufren angustia, miedo a lo que vendrá, incertidumbres y que no ven ningún futuro. Hay miles de catalanes que no han podido ni enterrar sus muertos y millones que hace meses no pueden ni abrazar a su gente. Ahora mismo somos siete millones y medio de no mucho futuro que hemos renunciado a nuestra vida. ¿Y qué nos encontramos a cambio? Peleas de patio de escuela e incomparecencia de la reciprocidad necesaria en quienes se le ha robado su vida. La personal y la laboral.

¿Los partidos que pretenden seguir gobernando son conscientes de que sus clientes empiezan a plantearse no ir a votar y que pase lo que quieran Dios, Alá, Yahvé, Buda, Brahma, Vixnu, Krishna, Jah y el Monstruo Espagueti Volador? ¿No, verdad? Claro, están demasiado ocupados haciendo ir las calculadoras de los votos y todavía no han entendido que quizás la noche electoral pulsan el botón de la suma final y descubren que la máquina sólo resta.

Y el ejemplo de todo es el tuit de hoy del señor Sergi Delgado, responsable de la Subdirección General de Planificación y Programas de Protección Civil. Una persona prudente y mesurada que ha decidido decir basta:

Sergio Delgado

La existencia de este tuit indica hasta donde llega el hartazgo y plantea la pregunta: ¿querían gestionar para llegar en donde estamos?