Tres días de incidentes que se veían venir de lejos y que se producen después de dos fines de semana seguidos que ya acabaron como el rosario de la aurora, y todos (y todis) nos apuntamos a pontificar sobre las causas. Desde el sofá de casa y viendo unas cuantas imágenes. Sociolowcost total. Y ahora usted me pregunta: "Entonces, señor juntaletras, ¿qué le sucede a la juventud?". Bien, pues le comunico que no soy joven, o sea que ni idea. En todo caso debería hablar con todos ellos (y ellis) para saber qué piensan, que sienten y que les preocupa. Porque no todos los jóvenes son iguales. No hay una sola juventud sino diversas. Y eso ya sucedía cuando servidor era joven. Ahora bien...

1. Incidentes producidos aprovechando reuniones multitudinarias ha habido siempre. Por ejemplo en las celebraciones del Barça que se hacían en Canaletes cuando el club ganaba. Por no hablar de los incidentes de abril del 2003 durante la manifestación contra la guerra de Iraq cuando vimos a un grupo de menores de edad saqueando El Corte Inglés de plaza Catalunya de BCN y llevándose un jamón, joyas, relojes, compacts y una caja de bombones. Y de la misma manera que los que saqueaban las tiendas de ropa de la calle Pelai no eran seguidores culés ni los del jamón pacifistas convencidos, los cincuenta que ahora destrozan cristales, queman motos y apuñalan gente para robarla no son botelloneros. Y en esa misma plaza de Catalunya también hemos visto grupos que por fin de año lanzaban botellas de vidrio al resto de la gente. Y el tipo que el pasado octubre robó una bicicleta del Decathlon de la calle Canuda de BCN y al día siguiente la puso en venta en wallapop, sí, estaba en la mani contra las medidas impuestas por el gobierno para frenar los contagios del coronavirus, pero no formaba parte de los manifestantes. Porque nunca ha sido lo mismo ser que estar.

2. Total, que mucha pandemia, sí, y mucho ocio nocturno cerrado, también, pero esto de la Mercè ya lo hemos visto hace años en varios formatos. Y usted y yo sabíamos que cada vez que había un tipo de concentración de este tipo, la cosa acababa fatal. Y entonces tampoco se tomaban medidas preventivas y dejaban hacer. Porque según a quién siempre le dejan hacer. Hasta que suceden cosas muy graves. Entonces cerramos la plaza de España y nos creemos que eliminaremos el problema. Pues mire, no. Quien hoy destroza los cristales del palacio de congresos de Montjuïc, mañana puede destrozar un restaurante del Bogatell. O tres.

3. Los responsables políticos tienden a eludir las responsabilidades y, mientras pueden, desisten de tomar ninguna decisión. Para evitar los titulares del día siguiente. En vez de afrontar las situaciones prefieren sacar la máquina del paternalismo y el bla, bla, bla del "todo ha estado muy tranquilo... salvo algún incidente aislado con 19 heridos". Hasta que no les queda otro remedio que hacer alguna cosa y ya es demasiado tarde. Y los llamados "de izquierdas", dependiendo de quién genera los incidentes se dedican a silbar El puente sobre el río Kwai a ver si la cosa se despeja. Dejando el terreno abonado para la extrema derecha que sólo tiene que rematar el centro a portería vacía.

4. El director de los Mossos, Pere Ferrer, ha dicho hoy que los incidentes los provoca "una minoría". ¿Qué minoría? "Claramente son delincuentes". Pero no nos ha dicho quiénes son exactamente porque "es una información demasiado sensible". El problema es que todo el mundo sabe a quién se refiere, pero A/ es políticamente incorrecto decirlo y B/ en todo caso, quien tiene que decirlo es él, no nosotros. Y ya que estamos, estaría bien que alguien, algún día, solucionara de una santa vez uno de los problemas sociales más importantes que tenemos. No puede ser que a partir de los 18 años los menores no acompañados queden en un vacío legal en que no se les permite ni estudiar, ni trabajar, ni estar acogidos en una institución, ni vivir en un piso, ni que un adulto los eduque y les haga de referente, ni hacer nada legal. ¡NO PUEDE SER!

5. Y finalmente, la policía. ¿Se le ha perdido el respeto? Sí. Totalmente. ¿Por qué? Pues por muchas actitudes y actuaciones absolutamente intolerables, inexplicables e impresentables que los convierten en enemigos de la ciudadanía y no en sus protectores. Cada vez vemos gente más extraña llevando el uniforme que tendría que ser el de los buenos. Están dando armas a gente sin valores, que no se hace policía para servir a la comunidad, que a duras penas sabe contar hasta cinco y para quienes Abascal es un trotskista radical. Pero también se les ha perdido el respeto por el descrédito que les echa permanentemente una parte del pensamiento social que aprovecha la decadencia para atacar el concepto.

6. ¿No hay futuro para los jóvenes? No. Y cada vez más enfocan su formación a prepararse para largarse de aquí lo más rápido posible en busca de un lugar que les dé oportunidades y una vida digna. Pero el 99,9% de los que van a hacer botellones quizás sí que se emborrachan y lo dejan todo hecho una mierda, pero se llevan el fracaso a casa sin provocar ningún incidente violento. Y también son "la juventud".