El primer aviso lo tuve el viernes pasado por la noche, que era 29 de octubre. Aquel día y a aquella hora, la imagen de la plaza de la Vila de Badalona no era ninguna otra que...

Árbol Badalona¿Sabe aquello de "le beaujolais est arrivé"? Pues en formato árbol de Navidad y llegando un mes antes que el propio beaujolais, que es un mérito al alcance de muy pocos. Porque el sentido del beaujolais precisamente es que llega el tercer jueves de noviembre, cuando los árboles de Navidad están calentando en la banda, sí, pero todavía no compiten en la carrera del consumo. Pero, como le comentaba en la primera línea, eso sólo fue un aviso. Insignificante. Teniendo en cuenta qué ha venido después y recordando que hay lugares donde en septiembre ya habían puesto las luces de Navidad. De momento apagadas..

El sábado paseé por un par o tres de tiendas de alimentación un poquito grandes y ya vi turrones y panetones situados en lugares preferentes (un día tendremos que hablar de la "tradición" de los panetones que nos ha caído a la cabeza hace cuatro días proveniente de no-se-donde|dónde-caray). Y hoy ha sido cuando me he dado de bruces con la realidad. Resulta que esta mañana la cantante Mariah Carey había situado entre los cinco primeros lugares de las tendencias en las redes un tuit en su cuenta donde simplemente escribía "¿Ready? ¡Let's go!". O sea: "¿Preparados? ¡Vamos!. Y adjuntaba este vídeo:

Día 1 de noviembre y no es que ya llame a nuestra puerta el motivadoramente perturbador "All i want for Christmas is you" sino que ya está dentro de casa, se nos ha estirado en el sofá y se ha tapado con nuestra mantita. Pero, espérese que el bombardeo en plena jornada de Todos los Santos no se ha acabado aquí. "Feliz Navidad" estaba en el número ocho de las tendencias y "Christmas" en la doce. O sea, no sólo miles de personas del planeta Tierra han decidido que hoy empieza la Navidad sino que han decidido compartirlo para que nos empiece a quedar claro.

Un servidor, que ya es un señor muy mayor, entiende cada vez menos el mundo, pobre de mí. Y de todo lo que me chirría, lo que más es la prisa. No nos gusta el momento donde estamos y siempre intentamos avanzar en el tiempo. Es la huida permanente de un presente que no somos capaces de disfrutar y en busca de un futuro que imaginamos de plena satisfacción. El aburrimiento perpetuo del hoy nos hace buscar la utopía del futuro posible. ¿Por qué intentar ser felices comiendo las castañas, panellets y boniatos de ahora mismo si podemos soñar con que dentro de prácticamente dos meses será Navidad y tendremos una felicidad que no nos lo acabaremos.

El problema es que no habrá llegado Navidad y ya estaremos hartos de la Carey, de los árboles, de los turrones y de la madre que los confitó a todos juntos. Y entonces empezaremos a pensar en Semana Santa y en poder pasear un día soleado de primavera observando el estallido de la naturaleza y oliendo aromas florales. Y estaremos en febrero, y en plena celebración del Carnaval nuestro cerebro ya estará instalado en agosto salivando con chiringuitos, arena, cervezas heladas y, este año sí, viajes a sitios que realmente nos lamen un pie (y parte del otro), pero como que los billetes de avión son baratos, todo el mundo hacia allí.

La cuestión es huir de la realidad del momento, no fuera que tuviéramos que vivir el hoy y, entonces, darnos cuenta de que no es mágico sino que simplemente es. Que no es poco, pero en la sociedad de la expectativa permanente y de la adolescencia crónica cuesta entender que de lo que se trata es de intentar disfrutar de lo que existe en este ahora mismo y no autoengañarnos con expectativas tan improbables como frustrantes. La presunta felicidad que tiene que venir pasa por tener primero la que tenemos que esforzarnos en saber obtener en el día a día. O, como decía mi abuela, "Vale más pájaro en mano que ciento volando".