Los catalanes somos aquella pintoresca especie humana que incorpora a su ADN a un pequeño (o gran) meteorólogo. Nuestro país está lleno de observadores que tienen auténticos centros científicos caseros donde recogen datos, los analizan, los comparten con otras personas con su misma afición y después los convierten en estadística. De hecho, el Observatorio Fabra de BCN es muy importante, de entre otras cosas, porque puede ofrecer datos de temperatura y lluvia desde 1904, cuando en el Estado nadie se planteaba todavía hacer cosas como estas, y compararlas con las de ahora. Y eso permite estudiar si llueve menos o hace más calor que have más de un siglo y usar los datos en el análisis sobre el cambio climático.

Pero es que los que no formamos parte de este ejército de la meteorología seguro que hemos tenido un abuelo que cuando salía por la TV Mariano Medina, o posteriormente Antoni Castejón, hacía callar toda la familia con el mítico grito de "callaaaaros, que dan el tiempo."

Total, que si en Catalunya quieres tener audiencia o clics, una de las cosas más agradecidas es un buen temporal. Como el de estos días, que reúne muy mala mar, lluvia, viento y nieve. ¡Es decir, todo! La tormenta perfecta. Ante un buen temporal, ni Trapero, ni el impeachment a Trump, ni el virus de China. Naaaada, ni caso. Ante un buen temporal el catalán queda enganchado a cualquier tipo de pantalla o a cualquier aparato de radio como si fuera un muñeco con ventosa en el cristal de un coche y el resto le importa un comino.

Y los medios, que lo sabemos, ofrecemos droga en vena sin descanso. Horas y horas repitiendo lo mismo, pero con diferentes escenarios. La receta es infalible: "Conectamos en directo con la playa de la Mojada Seca donde nuestro compañero Andreu Empapado nos explicará la última hora de la terrible situación que allí se vive...". Y entonces Andreu Empapado, haciendo honor a su apellido, aparece en pantalla totalmente empapado intentando que no se lo lleve el viento o una ola de 10 metros. Y nos explica lo que estamos viendo, que llueve, hace viento y hay unas olas de la hostia que están entrando a las casas de primera línea de mar. Eso sí, nos dice que nadie vaya donde està él porque es muy peligroso. Y acaba la conexión. Pero rápidamente... "Ahora conectamos con la playa de la Seca Mojada donde nuestra compañera Antònia Chorreando nos explicará la terrible situación que hay allí en estos instantes...". Y la pobre Antònia, haciendo honor a su apellido, chorreando los 500 litros por metro cuadrado de lluvia que le han caído encima mientras esperaba la conexión, pegándose al micro para no salir volantdo y salpicada por una ola tras otra, repetirá la información anterior. Porque es que no puede explicar ninguna otra cosa. Porque donde está ella sólo puedes explicar que llueve, hace viento y hay olas. Exactamente lo mismo que en la playa anterior y que en la playa con la cual conectarán después.

Y así una y otra vez. Y otra. Playa tras playa. Paseo marítimo tras paseo marítimo. Pueblo tras pueblo. Decenas de reporteros empapados y atacados sin piedad por el viento y las olas nos explicarán que llueve, hace viento y las olas están entrando en las casas de primera línea de mar. Y cuando el temporal de mar derive al de lluvia y nieve, esto se repetirá sin cesar pero con los reporteros con botas de agua dentro de zonas inundadas o bajo tres metros de nieve.

Y mañana, cuando miremos los audímetros o los clics nos frotaremos las manos satisfechos porque somos los mejores. Y rezaremos, incluso los ateos, los agnósticos y los poco practicantes, para que pronto haya otro buen temporal que nos permita enviar decenas de compañeros a mojarse y a coger pulmonías diversas. Y con el deseo secreto que a alguno se lo lleve una ola, lo ataque un oso o resbale y se vaya río abajo. Ojo, sin que le pase nada (grave), pero es que todo ayuda a tener algún punto a más de share...