Madrit (concepto) y sus defensores (de que lo siga siendo) se esfuerzan desde hace años en relacionar independentismo y corrupción. De hecho esta fue una de las primeras estrategias de la Operación Catalunya con la Fiscafina y la Camarga, donde Vicky Álvarez hacía el papel que ahora interpreta Corinna Larsen. Pero aquella en versión más garbancera.

¿Estoy diciendo que en Catalunya no hay corrupción? No. ¿Estoy diciendo que no hay indepes corruptos? No. Lamentablemente corruptos hay para escoger: indepes, tabarneses, calvos, personas sin carnet de conducir, jubiladas respetables, rúnners (y runneresas) o profesionales del parchís. Por poner algunos ejemplos al azar. Lo que estoy diciendo es que atacar todo el movimiento indepe disparándole corrupción indiscriminadamente ha sido un boomerang que ahora en Madrit se le ha estrellado en medio de la boca y les ha reventado todos los dientes. El estropicio ha sido de tal magnitud que están estudiando si para salvar las muelas (digale Felipe VI) ponen fundas, puentes o implantes (digale a ver qué hacen con Emérito I, El Repudiado).

Ahora que cada día salen más noticias sobre negocios y cuentas poco claras de quien fue rey de España de las que nuestro cerebro puede retener, ¿qué tenemos que hacer? ¿Empezar a decir que todos los defensores de la monarquía y de la unidad de España son unos corruptos y unos saqueadores? ¿Verdad que no sería justo? O como mínimo sería igual de justo (o de injusto) que el vómito creado por el amigo de Marcelo con la inestimable colaboración del lamelismo, el sumoagradismo, el tacitismo, el deloscobismo constitucional y el indaismo.

Lo más interesante de la cosa, pero, es que quien está haciendo temblar el Estado es el Estado. Una parte de él, sí, pero que es 100% Estado. Concretamente es un señor a quien situaron al mando de la sala de máquinas de la producción de estiércol y que por su cuenta generó tanto que cuando ahora para salvar su culo ha puesto en marcha el ventilador (que mueven a los inefables "periodistas" amigos) no es que los haya salpicado a todos, no, es que los ha ahogado en mierda. Ahora mismo son como las figuras de un inmenso museo de cera, pero hechas de excrementos filtrados.

La maniobra demuestra la debilidad de este Estado tan valiente a la hora de destruir la vida y la reputación de indepes armados con lirios y que se muestra tan desbordado y desnudo cuando uno de los suyos los plantea un pulso. Ahora mismo, un individuo encarcelado y dos periodistas a sueldo, con silla reservada siempre en destacados programas de las televisiones privadas españolas, están a punto de destruir a Juan Carlos I. Aquel rey que hasta hace no mucho era la imagen de la España democrática, el de la modélica transición, el del 23F y el del país donde había gente que afirmaba, satisfecha: "yo no soy monárquico pero soy juancarlista". Un rey que por la mañana repartía campechania por las calles y que por la noche en su palacio contaba el dinero negro con una máquina, como si fuera un Millet cualquiera.

Cuando creían que su peor pesadilla era Catalunya han descubierto que realmente lo es salvar la monarquía. Y si la salvan, a continuación se tendrán que plantear por qué han sido incapaces de controlar esta hemorragia interna provocada por uno de ellos que se les descontroló, una cosa impensable en ningún estado serio. Ni sólido. Ni profesional. Ni solvente.