Se veía venir. Yo, de hecho, ya me di cuenta cuando subió al techo de aquel benemérito sistema de locomoción para promover el golpe de Estado violento que provocó miles de muertos. O más. ¿Y qué se veía venir? ¿De qué me di cuenta? Pues que Jordi Cuixart no está bien. Nada bien.

La suerte es que no soy yo solo que lo ha visto. Y todavía hemos tenido más suerte cuando quien también lo ha visto ha sido quien lo tenía que ver. O sea, la Fiscalía de Barcelona, un organismo pluricelular que se caracteriza por hacer las cosas como es debido y aplicar la ley de manera correcta, ponderada, independiente, ajustada a derecho y siguiendo los estándares de certificación de calidad ISO 9000.

Resulta que el peligroso terrorista y malhechor Jordi Cuixart pidió hace días un nuevo permiso penitenciario. Porque se ve que con uno no tuvo bastante (es esta avaricia indepe, que sólo saben pedir y pedir). Naturalment la Fiscalia se ha opuesto a este despropósito con unos argumentos SEN-SA-CI-O-NA-LES que desde hoy entran ya con letras de oro a la historia del derecho mundial... qué digo mundial... galáctico-planetario-universal-de-todo, incluido Raticulín.

La fiscalía le niega el permiso a este yihadista-leninista-omniumista y amante de la tenora porque en el alegato final del juicio dijo "lo volveré a hacer". ¿Hacer qué? Pues cosas tan peligrosas y terribles como "Manifestarse, expresarse y votar. Pacíficamente". ¿Lo ve, verdad? Está como una regadera. Naturalmente esta actitud no se le ha escapado a la siempre sagaz fiscalía quien, tras analizar detenidamente esta peligrosa actitud, considera "muy difícil su reinserción". La de Cuixart, claro.

El faro de occidente añade que  aCuixart se lo condenó con una finalidad "resocializadora" que tenía como objetivo una "intimidación al conjunto de la sociedad y al propio delincuente para disuadir de la comisión de nuevos delitos". Eso traducido quiere decir que los nueve años de prisión le cayeron a ver si aprendía él y los otros como él. Y como se ve que no han aprendido, ni él ni los otros, pues a chirona. ¡Hasta que aprendan!

Otro momento apasionante es cuando excreta, que, aunque el informe psicológico aportado por la Junta de Tratamiento dice que Cuixart es una persona con valores de civismo, pacifismo y no violencia "en ningún caso se desprende que manifieste voluntad de cambio ni arrepentimiento de los hechos ni de los delitos cometidos" y que "la percepción del interno de que los hechos no fueron violentos es contraría a los hechos declarados probados en la sentencia condenatoria".

Pero no se vaya todavía porque, como sucede en los fuegos artificiales de las fiestas mayores, ahora viene la traca final. Y para saborearla como es debido, nada mejor que la versión original, como en las películas de Corea del Norte subtituladas al albanés:

“De todo lo anterior se deriva que en relación con el delito no hay una verdadera asunción delictiva, siendo tal aspecto de imprescindible cumplimiento para poder disfrutar de cualquier tipo de permiso, persistiendo distorsiones cognitivas resistentes al cambio. Así el interno no mantiene una adecuada percepción de la gravedad de los hechos cometidos, no habiéndose producido ningún cambio que evidencie que está arrepentido de lo ocurrido, no pudiéndose constatar por ello una adecuada evolución y estabilidad tratamental” (...) “es muy difícil detectar una posibilidad de reeducación y reinserción en quien, como aquí sucede, en realidad no ha asumido la comisión de los hechos por los que cumple condena, existiendo el riesgo de que el permiso se use para la comisión de nuevos delitos o para la realización de conductas contraproducentes para los fines de tratamiento penitenciario”.

Usted no lo oye pero en este momento un servidor de usted está aplaudiendo muy fuerte con todas sus extremidades, incluidas las partes blandas y las cartilaginosas. ¡BRA-VO! ¡SÍ SE-ÑOR! Espero que después de este informe a este recluso se le apliquen las medidas necesarias de reeducación, incluido un tratamiento de electroSHOCK y otras terapias que permitan curarlo de su peligrosa enfermedad mental.