Esto de hoy en el Parlament ha sido como cuando los feos íbamos a la discoteca y sabíamos perfectamente cuál sería el final de nuestra noche. O sea, que nos marcharíamos a casa sin obtener la confianza de nadie en la investidura de conseguir continuar la fiesta con otros ritmos no relacionados precisamente con la música. Pues bien, siguiendo con el símil, en el patio de luces este que ahora utilizan como salón de plenos, dos minutos antes de las dos y media se han encendido las luces de la pista, se ha constatado que hoy tampoco y todo el mundo se ha ido a su casa y no a casa de nadie más. Ahora bien, a diferencia de lo que nos sucedía a nosotros, en el patio de luces parlamentario y entre baile y baile (dígale intervenciones en el atril) se ha visto que hay dos que se iban mirando con ojitos de "si te pones bien, a ver si esto acaba en gemelos".

Son estos dos que se odian pero a quienes les puede la cosa del roce mutuo. Bien, de hecho ya han tenido unos cuantos hijos juntos y saben que acabarán volviendo a encamarse. Porque la carne es débil y, sobre todo, porque no les queda ninguna otra opción. Lo que sucede es que esta vez han cambiado las tornas y quien ahora tiene las llaves del nidito es Esquerra. Y Junts, que siempre había usado el piso como si fuera su casa, ahora es el inquilino y se hace rogar. Y le dice a Esquerra "va, sedúceme como tú sabes y vengo. Pero los muebles los escojo yo". Y Esquerra, que ya se lo veía hecho después de la maniobra con la CUP, ahora hace ver que no se sube por las paredes y recibe esta indiferencia con una gran deportividad porque sabe que acabará mojando. Sólo necesita paciencia. Bien, y aceptar que le decoren el pisito.

Pero como que antes de darse el sí, todavía pasarán unos cuantos días y, sobre todo, unas cuantas cosas y ya tendremos tiempo de hablar de ello, querría aparcar esta cuestión y compartir con usted una frase que hoy ha expresado el representante del partido de ultraderecha y que me ha interesado mucho. Porque es un argumento demagógico clásico del paternalismo que pretendía vendernos una realidad que nunca fue y que ahora estos lo han reconvertido en xenófobo. El señor en cuestión hablaba de los "inmigrantes ilegales que vienen a robar, a delinquir y a violar" y para que no le dijeran que estaba diciendo lo que estaba diciendo, los ha contrapuesto a los "inmigrantes legales que vienen a levantar nuestra nación". ¿Le suena la música?

El problema de esta afirmación es que desde que el ser humano se marchó de África, ahora ya hace unos cuantos días, y se convirtió en inmigrante, nunca ha ido a ningún sitio a levantar nada. Lo que ha hecho ha sido buscarse la vida, intentar defenderse de los enemigos y de los animales salvajes y encontrar comida con una cierta facilidad. Cuando alguien se tiene que ir del lugar donde ha nacido, la última causa que lo impulsa a hacerlo es ir a levantar ninguna nación. Cuando para sobrevivir no tienes ningún remedio más que dejar tu casa, tu nación es tu vida y mientras consigas salir adelante, te importa una higa ir al país A o al B. De hecho no los escoges porque quieras levantarlos sino en función de donde crees que tienes más probabilidades de comer tres veces al día los siete días de la semana y de tener una vida más o menos digna.

No, los inmigrantes que deciden jugarse la vida en el Mediterráneo o en la frontera de México no lo intentan porque un día se dan cuenta de que quieren levantar Europa o los EE.UU. y que tienen que ir allí porque sin ellos no será posible. Lo hacen por desesperación y porque intentan tener un futuro. Afirmar que van a levantar una nación es una frivolidad que realmente dice lo que la ultraderecha no quiere que les digan que están diciendo. Si los inmigrantes van a levantar alguna cosa a algún sitio es a sí mismos y a su familia, que son su nación.