(Aviso importante: todo lo que leerá a continuación es sólo una hipótesis teórica hecha desde el punto de vista del divertimento caricaturesco y, en ningún caso, está pensada para ser convertida en realidad. Ni por el autor ni por parte de ninguna otra persona, organización o ser vivo. Ni contemporáneo ni del futuro. Para escribir esta ficción imposible no se han usado animales. No intente hacer en su casa lo que aquí se describe.)

Pasa cuando la alineación más potente y preparada de la fiscalía española, uno de los países más importantes de la Unión Europea (que no es cualquier cosa), dice en un tribunal muy importante como es el Supremo que has dado un golpe de estado. Y has hecho una revolución. Y has proclamado una república. Y has fulminado la Constitución. Y que todo eso lo has hecho con mucha violencia. Y a los responsables de la insurrección quieren empapelarlos de manera tal que no vuelvan a ver la luz del sol hasta la próxima glaciación. Como mínimo.

Y claro, tú, un humilde y violento catalanito rebelde y sedicioso, ves cómo estás señalado con el dedo fulminador de quien tiene el poder de verdad y acusándote de cosas tan feas y terribles. Y piensas: ¿y si lo hago de verdad? Total...

Es que incluso ya es por un tema de curiosidad. Aquello del "a ver qué pasa". Oiga, si sin hacer nada de todo eso que dicen que pasó estamos donde estamos, lo comido por lo servido, ¿lo probamos de veras, no? Y observamos la reacción. Que tampoco podrá ser mucho más bestia que la de ahora. Y al menos entonces ellos nos masacran con fundamento. Y nosotros, mientras lo hacemos, no reímos un rato. Y les vemos la cara que les queda cuando nos acusen de haber hecho, esta vez sí y de verdad, lo que ahora dicen que hemos hecho pero sin haberlo hecho.

O sea, la cosa sería dar un golpe de estado de verdad. Como los de toda la vida. ¿Sabe aquello de Tejero, que fue una zancadilla? Pues multiplicado por infinito. ¿Problema? No tenemos ejército. Ni mucho dinero para contratar uno de solvente. Tendríamos que hacer como con las urnas y traerlo de China, que allí todo va reventado de precio. Y guardarlo en un país tercero. Y después pasarlo poco a poco. Y guardarlo en las casas de gente de confianza. Y el día que se decidiera dar el golpe de estado, ¡patapam! Aparecería el ejército como aparecieron las urnas. Y venga, a liarla muy gorda. ¡Pero muuucho!

Lo primero de todo sería bombardear edificios. ¿Cuáles? Ni idea, nunca he dado un golpe de estado, pero siempre que pasan imágenes de alguno se ven unos edificios destrozados y otros que les sale humo.

Después haríamos salir a alguien por TV3 (naturalmente) que estaría en una escuela (por supuesto) diciendo algo parecido a: "Catalanes, ahora sí que queda derogada la Constitución. Para siempre". Y para demostrar que se trataría de una revolución realmente revolucionaria, esta persona ―que ya veríamos quién debería ser, pero he pensado en La Cubana― cogería un ejemplar de la Constitución, lo haría añicos y lo tiraría por el inodoro como si fuera una triste toallita húmeda o un bastoncillo de las orejas. Y todo eso, lo harían fumando.

¿Se lo imagina? 1/ Golpe de estado con ejército, 2/ bombardeo de edificios, 3/ revolución armada en las calles, 4/ Constitución suspendida, 5/ contaminando los colectores y... 6/ ¡fumando! ¡A-PO-CA-LÍP-TI-CO! ¡A Lamela & Llarena Bros les estallaría la cabeza! ¡Y a los fiscales se les acabarían las leyes para aplicar y tendrían que inventar la sedicibelión! ¡Y se quedarían sin números para pedir años de prisión! ¡Y al Supremo se les acabarían las venias! Y entonces ya podrían juzgarnos por lo que fuera y por mucho más y con motivo. Bueno, eso si la cosa nos saliera mal. Porque si nos saliera bien y fuéramos independientes... ¡Huy, si nos saliera bien! Podríamos estar años y años peleándonos sobre las causas por las cuales nos salió bien y quién tiene la culpa.