Cuando todo es un espectáculo, al final sólo son noticia las anécdotas. La consecuencia es que la banalización es lo que acaba marcando la línea del nivel global de las cosas. Y cuanto más superficialidad más baja el nivel. Esta es la causa por la cual acabamos teniendo lo que tenemos. También en política.

Se supone que un concejal de un partido como el PSC, que se define de izquierdas y progre, tendría que ser una persona con unos ciertos valores. Se supone que un concejal del PSC no tendría que tener tics racistas y xenófobos. Se supone. Pero la realidad es otra. Eso es lo que tuiteó Albert Romero, concejal socialista de Malgrat de Mar y secretario de comunicación y redes de la ejecutiva del PSC en aquella ciudad:

Todo el mundo puede tener un mal momento, un cabreo mal solucionado, un patinazo neuronal, y acabar diciendo o escribiendo una barbaridad. Y lo que escribió el señor Albert Romero lo es. Cuando pasa eso, hay una cosa que le llaman pedir disculpas. Bueno, claro, pides disculpas si crees que la has cagado. Si lo que has tuiteado es tu pensamiento, entonces lo mejor es restringir tu cuenta de Twitter y, 10 días después, seguir sin abrir la boca ni para cazar una mosca al vuelo con la lengua. Es lo que ha sucedido en el caso que nos ocupa:

Viendo el paisaje, se me ocurre preguntarme en voz alta: ¿qué hace este señor ejerciendo de secretario de comunicación en un partido? ¿Qué hace en un partido como el PSC? ¿Y, qué hace en política, en general?

Pero, no se vaya todavía. El estupor ha llamado a nuestra puerta, ha entrado en nuestro comedor y se ha instalado en el sofá para quedarse. Gracias a Melisa Rodríguez tenemos otro momento de gran cuñadismo político. Melisa es secretaría de Juventud y Responsable del Área de Energía y Medio Ambiente de Ciudadanos y ha sido entrevistada por el medio digital Másmujer, que la presenta diciendo que habla en exclusiva sobre sí misma "dejando atrás estereotipo alguno e intentando que la ciudadanía le conozca porque es y no por lo que es". Cuando entienda que quiere decir esto, no sufra que le haré un resumen. Total, que nos la presentan así:

En la entrevista le preguntan por su trabajo como arquitecta, por su experiencia profesional en varios países y, sin acabar de decirlo del todo, por cómo es la vida de una mujer atractiva. Hasta que llega el momento en que entramos en la duna más alta y enfangada del Dakar. Y nos hundimos hasta las orejas:

Aquí sólo hay tres posibilidades: 1/ la señora Rodríguez dijo eso, 2/ la señora Rodríguez tenía un mal día y no quería decir exactamente eso, pero acabó diciéndolo o 3/ la señora Rodríguez no ha dicho nunca eso pero quien editó la entrevista se lo ha hecho decir. Sea cuál sea la opción correcta, la reflexión es la misma: estas cosas pasan cuando quiere estar en misa y repicando. Los periodistas somos tan originales que cuando entrevistamos una mujer con "éxito", la mayoría de las veces acabamos haciéndole una pregunta, más o menos explícita, sobre feminismo. No falla nunca. A partir de aquí cada mujer argumenta lo que cree conveniente según su pensamiento. Pero hay un grupo de mujeres a las que el feminismo les repele, pero consideran que es políticamente incorrecto decirlo. Y, para no decir lo que piensan, acaban metiéndose, no ya en un jardín, sino que se pierden en los jardines colgantes de Babilonia. Y me temo que este es el caso

Dicho esto, la frase es sensacional. Gracias a ella ahora sabemos que hay personas irreales, que los seres son reales, que los perros son personas y que el resto de entidades vivas no son personas, a excepción de las mujeres, los hombres, los seres y los perros. Y, sobre todo, sabemos que este es el nivel.