Hoy, niños y niñas, con todos vosotros el cuento del Rey eléctrico, su coche también eléctrico y las baterías eléctricas. Recordad que toda coincidencia de los hechos aquí explicados con la realidad es pura ficción y/o casualidad. Y por si no quedara suficientemente claro, recordad también que siempre es una decisión acertada tener a mano el teléfono de un buen abogado (o abogada) penalista. Bueno, a parte de disponer siempre de una pequeña bolsa con los efectos personales mínimos por si te vienen a detener mientras estás en la cocina de tu casa preparando un fricandó.

Tralará, tralará, había una vez un Rey que fue a un acto donde una compañía muy importante de coches que empieza por Volks y acaba por Wagen presentaba su estrategia empresarial a medio plazo. Concretamente sobre la fabricación de vehículos eléctricos. Pero, oh cielos, casualidades de la vida (porque la vida está llena de casualidades, también en los cuentos), pocas horas antes una ministra del Gobierno del país donde reinaba aquel Rey tan eléctrico había comparecido para anunciar la creación de un consorcio público-privado que sería el encargado de construir en España la primera planta de fabricación de baterías para coches eléctricos. Vaya, el futuro. ¿Dónde? Bien, el país del Rey y del Gobierno que nos ocupa era muy grande y no necesariamente este anuncio tenía que implicar que la nueva empresa se instalara en la zona donde el Rey eléctrico había ido de visita. Pero mucha gente se lo pensó.

Total, que el Rey eléctrico fue a la aldea donde la empresa de coches en cuestión trabajaba desde hacía muuuchos años. Y, como Rey eléctrico que era, cogió la bandera del proyecto y se puso a correr mientras gritaba "¡Esto es miiio! ¡A ver si me atrapáis"!. Y, naturalmente, se refería a la bandera pero, sobre todo, al proyecto. Porque la maniobra eléctrica consistía en ofrecer la imagen de que sin Rey eléctrico, la electricidad era imposible en aquella pintoresca aldea, también conocida como "el nordeste". Vaya, que se trataba de tapar, menospreciar y hacer el puente a aquello que vulgarmente se conoce como "las autoridades locales" y no soltar la bandera bajo ningún concepto..

Y así fue como el Rey eléctrico, el mismo que en épocas no muy lejanas había presionado personalmente a varias empresas para que se marcharan de la aldea también conocida como "nordeste", ahora se erigía como su salvador. A esto en los cuentos se le llama magia, sueños y fantasía, pero en la vida real se llama "es lo que hay" y parece una maniobra difícil de entender, pero para nada. ¿Primero descapitalizar y arrasar el alto tejido empresarial de una zona para después ponerse la medalla de que se ayuda a construir un tejido empresarial en la zona? Bien, esto lo habréis sufrido muchas veces en vustras propias carnes, como niños y niñas que sois. Os quitan a hostias vuestro juguete, que es VUESTRO porque habéis decidido que es con el que queréis jugar, y después os dan otra, que, sí, que también es un juguete, pero resulta que es un artilugio controlado a distancia. Y ya se sabe que sucede cuando juegas con una cosa que mueven otros, que acabas jugando a lo que ellos quieren.

Y así fue como el Rey eléctrico, su coche también eléctrico y las baterías eléctricas sirvieron para enseñar el camino correcto que los niños y niñas buenos chicos tienen que seguir si no quieren quedarse sin ningún juguete. Y el Rey y sus súbditos fueron muy felices y comieron muchas perdices. Concretamente de la marca Abu Dhabi, que regularizan la flora intestinal y te vacunan de dos en dos.