Subo la persiana. Hace sol. Y hace buen día. Muy buen día, dentro de la gravedad general. Hemos tenido buenas noticias de una persona de mi entorno que está en Can Ruti y he vuelto a oír por radio la voz de Toni Clapés. Con Maite lo celebraremos comiendo "torta del casar" hasta que nos salga por las orejas. Con Toni iremos a cenar. Cuando sea posible. De hecho, ahora tampoco nos viene de seis meses. Toni ha superado un linfoma y el lunes vuelve a trabajar. Realmente ha escogido un momento muy oportuno para hacerlo. Diría que el mejor.

Empecé a colaborar en su programa el 3 de mayo del año 2004 y hablando del Fòrum de las Culturas. Y estuve hasta julio del 2013. Por muchos motivos fue la época de mi vida en que me lo he pasado mejor haciendo radio. Con él, el señor Marcel·lí, Jaume Nolla y Joan Spin en Catalunya Radio y después, ya en RAC1, con Montse Llussà y Oriol Cruz. En enero del 2004 habíamos ido a cenar al desaparecido Suquet de l'Almirall de BCN, el lugar donde he comido los mejores buñuelos de bacalao de mi vida y el lugar donde probé por primera vez los lluritus. Aquel día me propuso colaborar en su programa y fui muy feliz. Como lo he sido hoy. Pero aunque aquel día fui muy feliz, hoy lo he sido más.

Toni ha cambiado. Era inevitable. Los momentos realmente complicados que te van surgiendo en la vida sin tu haberlos pedido, quieras o no, te cambian. De hecho, vivir es ir superando las hostias que te van viniendo. Porque vivir es sobrevivir. Él ha cambiado a mejor, pero hay gente que desperdicia la oportunidad y empeora su manera de estar en el mundo. Una lástima. Y ahora que vivimos un momento muy complicado que no sabemos cómo acabará ni, sobre todo, cuando, esta es una de las grandes cuestiones: ¿cambiaremos? Individual, pero también colectivamente, como sociedad. ¿Aprenderemos? Y en caso de que lo hagamos, ¿qué quiere decir "aprender"? ¿Cuando tengamos una vacuna para parar este virus y todo vuelva a la normalidad, viviremos en un mundo mejor o peor? ¿Qué es "peor"? ¿Y, qué será "la normalidad"?

Dicen que las situaciones extremas sacan lo mejor y lo peor de la gente. Yo tiendo a pensar que los momentos difíciles sirven para confirmar que las buenas personas lo son y que la mala gente es muy mala gente. Y la mala gente, en los momentos de crisis, todavía es peor. En algunos despachos, en este preciso instante, hay un montón de personas pensado cómo aprovecharse del momento para sacar un beneficio personal. Sin importarlos los muertos y sus familias, los arruinados, los parados y los que pasarán por situaciones complicadas. De hecho, el sufrimiento de los otros son efectos colaterales necesarios para su éxito y es una situación que todavía los pone más calientes.

Pero en todo eso de la maldad humana, tenemos que reconocer que el coronavirus es democrático. Los que tienen poder de verdad, poder como para no tener que oír nunca un no, ahora no pueden someter a un maldito virus. Ellos, que pase lo que pase hacen siempre su voluntad, ahora ven impotentes como una cosa que no ven tiene más poder que ellos y los puede vencer. Por mucho dinero que tengas, por mucho que seas el puto amo y por mucha capacidad que tengas para comprar voluntades, te entra una buena dosis de carga viral y adiós buenas tardes i pa la caja.

Las reglas, al menos durante un tiempo, han cambiado. Para sobrevivir ellos y su sistema, los amos del mundo tienen que bajar la cabeza, callar la boca y confiar en los científicos. Y hacerles caso. Los científicos, una gente bien extraña que piensa por sí misma. Después ya se olvidarán, pero ahora mismo están en sus manos. ¿Tendrían que aprender la lección? Sí claro, pero la historia de la humanidad nos demuestra que los buenos sólo ganan en el cine. Y a veces resulta que los que creíamos que eran los bonos, realmente no lo son. Y, sí, pienso en las películas del oeste.

¿Es el día 22 un día pesimista? Noooor, al contrario. ¿Cómo quiere que sea pesimista después de las buenas noticias de Maite y Clapés? Es realista. Porque sabemos que durante un tiempo los malos tendrán el mismo poder que usted y yo. Y, hombre (y mujer) eso es una pequeña alegría en la casa del pobre, ¿no cree? Y porque sabemos que la buena gente, la gente que sabe amar y compartir, se está ayudando y se ayudará. Y que gracias a eso saldremos adelante. No sabemos ni cuándo ni cómo, pero lo haremos. Porque sabremos superar esta hostia que todavía nos hará más fuertes.

Y mañana faltará un día menos para llegar al futuro.